En la celebración de la Semana Santa, el Sábado Santo (o “sábado de gloria” según una incorrecta expresión de algunos) nos pasa casi desapercibido. Es que ignoramos lo concerniente a esta verdad de nuestra fe católica.

La tensión de la celebración de parte del Pueblo de Dios se centra en el Viernes Santo. Y de allí pasamos a celebrar la Resurrección de Jesús en la Vigilia Pascual o en el Domingo de Pascua.

Sin embargo, el Sábado Santo tiene un sentido Místico de Redención muy importante. En el Credo lo recordamos al decir que Cristo, luego de ser sepultado, “descendió a los infiernos”. Así, en plural: no él sino “los”. ¿De qué se trata?

Lo podemos descubrir si comprendemos el contenido de las palabras Sheol o Hades usadas por el Antiguo Testamento. La Biblia nos introduce al misterioso destino de los muertos antes de la Resurrección de Jesús. Ellos habitan en el abismo, el “seno de Abraham” o “los infiernos”.

Es un ámbito dónde se pervive pero no se puede contemplar a Dios, no se puede gozar de su presencia. Allí estaban los justos (santos) y también los pecadores.

El Sábado Santo celebramos acontecimientos que no fueron visibles en la tierra, pero que completaron la obra redentora que comenzó con la Encarnación del Hijo de Dios.

El Sábado Santo fue para los discípulos vivientes un día de duelo. Pero para las almas de los justos, un día de gloria dónde sus esperanzas y sus manos limpias de pecado no quedaron sin respuestas de parte de Dios.

Te lo explico con más detalles, tomados de la Biblia y del Catecismo de la Iglesia Católica, en este video:

Conocer la Palabra de Dios en profundidad nos ayuda a vivir más nuestra fe ¿no?

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