Si, leyeron bien el título: el asado argentino (hecho con carne de la cual nos abstenemos los viernes de cuaresma) nos ilumina como vivir bien la cuaresma. ¿Qué les parece?
El proceso de un buen asado
El asador en la Argentina es alguien que conoce su oficio. Normalmente el asado (antes de la crisis éramos muy, pero muy carnívoros nosotros... ahora se ha distanciado bastante el goce del asado... pero de vez en cuando se hace...) es (era) la comida de los domingos en familia. Así que un asado mal cocido… es motivo de escarnio familiar… de esas cargadas que siempre comienzan “¿Te acordás cuando…?” y permanencen en el tiempo. El asador suele ser el varón mayor de la casa. Del resto (pan, ensaladas, postre…) se encargan las otras personas.
Para hacer un asado cada cocinero tiene su propia receta. Pero en términos generales se dan estos pasos:
- Tener un lugar adecuado que conste de un espacio para hacer fuego y una parrilla. Mejor si es bajo techo.
- Acumular leña o carbón.
- Comprar una buena carne. Si es posible, hacerse amigo del carnicero para que le haga un buen corte.
- Encender el fuego y dejar que se hagan las brasas.
- Servirse algo para calmar la sed porque el fuego de la parrilla deshidrata. Puede ser vino, cerveza, gancia, fernet… al gusto del asador. En este momento se suelen comenzar a reunirse los otros hombres presentes en la casa… para no dejarlo solo al “cumpa”.
- Salar la carne.
- Poner la parrilla sobre las llamas y luego limpiarla con un papel.
- Poner la parrilla junto al fuego… poner una pequeña capa de brasas debajo… poner la carne sobre la parrilla y taparla.
- Servirse otra vuelta de líquido para calmar la sed. Suele traerse en este momento una “picada” para ir abriendo el apetito.
- Controlar las brasas e ir agregando cuando hagan falta.
- Dar vuelta la carne y ponerle el chimichurri. Un buen asador solamente da vuelta una vez la carne.
- Cuando falten unos 10 minutos pegarle un grito a las mujeres para que terminen de preparar la mesa y llamen a los gurises para que se sienten.
- Cuando ya están todos sentados, incluidos los hombres, aparece triunfalmente el asador con una bandeja sobre la cual hay algunos trozos de asado. Normalmente se sirven primero los chorizos y las achuras y en una segunda tanda la carne. Los que saben servir bien cortan pequeños trozos de carne y le sirven todas las veces que quieran: así rinde más. El asador sirve a cada uno de los presentes con la bandeja. Nadie corta la carne en la parrilla si no es el.
- Cuando ya están todos casi bien comidos alguno de los presentes salta con un grito: “Un aplauso para el asador”.
- Postre y sobremesa de larga charla, regada con algún vinito… total es domingo y hoy no se trabaja.
Como verán, 15 pasos para hacer un proceso disgno de un buen paladar
El místico número 40
La cuaresma viene de la imitación a Jesucristo que antes de su vida pública estuvo en el desierto durante 40 días. Así nos lo cuenta Marcos:
“En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.” (Mc 1, 12-13)
El 40 en el Antiguo Testamento
El número 40 se utiliza varias veces en la Biblia. Y su uso tiene que ver siempre con un tiempo previo a algo nuevo que está por suceder.
Así vemos que durante el diluvio la lluvia cayó “durante cuarenta días y cuarenta noches” (Gn 7,17).
Moisés permanece en el Sinaí, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber, cuando recibe las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos (Ex 34,28).
El Pueblo de Israel, guiado por Moisés, caminara luego durante cuarenta años por el desierto antes de entrar a la tierra prometida, a causa de su infidelidad (Dt 29,4).
También se nos cuenta que Elías caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb o Sinaí (1 Re 19,8).
O que Jonás anunció que Nínive sería destruida al cabo de cuarenta días (Jon 3,4).
El 40 en el Nuevo Testamento
Con respecto a Jesús, José lo presentó en el Templo a los cuarenta días de nacido (Lc 2,22) como lo estipulaba la ley (Neh 10.37). Jesús pasa cuarenta días en el desierto antes de su vida como maestro itinerante, como ya lo dijimos en la cita de Marcos.
Por último, luego de su resurrección, Jesús se manifestó a los apóstoles dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios (Hch 1,3).
El 40 como proceso
De todas estas citas (hay varias más) podemos descubrir que el número 40 habla de un proceso previo a algo muy importante que va a pasar. El acontecimiento llega cuando se ha cumplido ese lapso de tiempo. Así que lo relacionado con el cuarenta se vive en la esperanza de que cosas nuevas y maravillosas de parte de que se Dios están viniendo.
Quien está sumergido en la dinámica de los 40 espera esa plenitud pero ya disfrutando en el presente, en el transcurso del proceso, de aquello que se espera.
Los cuarenta no nos hablan tanto de algo que se espera sino de Alguien que está actuando en el corazón de la persona y en el corazón del Pueblo. Un detalle de la cita de Marcos que no debemos dejar a un lado: “el Espíritu lo llevo…”.
Ah… y el asado… ¿qué?
En la manera de cocinar describimos dos cosas.
Una serie de ritos
Por un lado, una parte que se ve: una serie de ritos que se hacen de manera progresiva para alcanzar la meta, el resultado deseado.
Así la cuaresma es una serie de actividades humanas que se van haciendo para lograr la conversión del corazón. La Iglesia, siguiendo las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte, las resume en tres: oración, ayuno (mortificación) y limosna (solidaridad).
Un esfuerzo espiritual
El asador hace un esfuerzo porque hay algo que lo mueve: el espíritu de la familia reunida a la cual se agasaja con algo que nos hacer ser parte de una fiesta.
La cuaresma también tiene un espíritu que nos guía. Más bien lo diríamos con mayúsculas: el Espíritu Santo es quién nos guía para que busquemos conocer más a Dios y practicar en profundidad las enseñanzas de Jesús. Si nos falta ese Espíritu caemos en obras vacías que no nos hacen gozar y son solo una carga.
De la misma manera que un asador es muy difícil que se tome todo el trabajo de hacer un asado para él solo… si no está el espíritu familiar alentándolo simplemente no vale la pena y se compra hecho o se hace otra cosa.
Como vemos, el asadito de los domingos nos enseña a vivir en plenitud la cuaresma. ¿Les parece que es así? Lo seguimos charlando en las redes sociales.