Se decía de la primera comunidad católica que “todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42). Hoy la vida católica se sigue alimentando de la misma manera: la lectura y meditación de la Palabra de Dios; la enseñanza de nuestros pastores; la celebración de los misterios de la fe; el pensar y transmitir nuestra fe a los demás… todo esto nos hace comunidad viva.