Un llamado de atención contra toda ilusión que se genere a partir de los medios de comunicación… o de algunos sectores de la Iglesia (esos que tienen “algo” de católicos de derecha o de izquierda… es decir… más del “algo” que de “católicos”).

La ilusión crea ilusos que viven alejados de la realidad. Y es muy bueno “des-ilusionarse” para ver las cosas como son: luego podemos aceptar o no a esa realidad, es un acto libre y personal. Pero no podemos pretender elegir una ilusión. El iluso que compra una ilusión no es ni católico ni creyente.

Hice esta lista, que no es exhaustiva. Pero nos pone de manifiesto las “urgencias” que el próximo Papa debería solucionar para que la Iglesia sea aceptada por nuestro mundo y así esté a la altura de los tiempos.

1.-  Abolir el celibato de los sacerdotes

Parece ser esta la gran solución de los grandes problemas de la Iglesia: desde la pedofilia hasta la escasés de vocaciones. Pero en realidad, más allá de las discusiones, es una práctica que tiene motivos teológicos y prácticos. No se ve que sea una urgencia reverlo. Pero ”queda bien” que los medios (y algunos pastores) lo planteen ya que es un tema que pone en entredicho uno de los grandes signos de nuestro tiempo: hay que vivir en intensidad los placeres de este mundo. Es que el celibato bien vivido nos habla de otro mundo, del Reino de los Cielos.

Sobre esto hemos hablado bastante en este blog. Desde la afirmación del Cardenal Bertone que nos recuerda que el celibato no es intocable, pasando por un estudio de lo que dice San Pablo; la visión del Catecismo; todas las objeciones que encontró Pablo VI reunidas en un solo lugar y el testimonio de una mujer enamorada de un cura. Y cientos de comentarios que se dejaron allí.

 2.-  Permitir el sacerdocio femenino

En nombre de la igualdad entre el varón y la mujer. Es un tema que suele ir unido al anterior. Pero cuenta con un problema insalvable: no es un problema de disciplina eclesiástica como el del celibato sino que está decidido por la voluntad de Jesús al instituir el sacerdocio en la Última Cena. Sobre el tema hay una palabra definitiva de Juan Pablo II:

“Con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.”

Así que plantear el tema, o esperar una resolución en contrario, es “gastar balas en chimangos” (como dirían en el campo argentino sobre cuestiones inútiles).

 3.-  Dar la comunión eucarística a divorciados que están conviviendo con una nueva pareja

Un tema que requiere aclaración. Una cosa es el divorciado (se entiende separado teniendo matrimonio religioso) que no convive con otra persona. No hay ningún problema que reciba la comunión eucarística si está en gracia. Es más, hasta puede llegar a ser Ministro Extraordinario de la Comunión.

El problema es quién está separado y en nueva pareja. Frente a esto, recordemos lo enseñado por la Congregación para la doctrina de la fe (el texto completo desde este link):

“Fiel a la palabra de Jesucristo (Mc 10,11-12: "Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio"), la Iglesia afirma que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el anterior matrimonio. Si los divorciados se han vuelto a casar civilmente, se encuentran en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios y por consiguiente no pueden acceder a la Comunión eucarística mientras persista esa situación (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1650; cf. también n. 1640 y Concilio de Trento, sess. XXIV: DS 1797-1812.).”

Esto no quiere decir que están expulsados de la Iglesia. Todo lo contrario: se requiere una pastoral adecuada a estos casos tan dramáticos para muchos católicos.

 4.-  Aceptar el matrimonio homosexual, y todo el estilo de convivencia homosexual, como natural

Un “colectivo” pequeño pero influyente en la sociedad. Muy influyente desde la política y los medios de comunicación. Por eso es muy “políticamente correcto” pedirle a la Iglesia que cambie “posturas retrógradas y homofóbicas” y se adecúe a las teorías de género. Y ciertos teólogos muy mediáticos saben que si dicen algo al respecto serán aplaudidos por este lobby.

Pero la Iglesia va por otro lado. Simplemente debemos volver a escuchar lo que dice, por ejemplo, en el Catecismo sobre este tema: "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados". Los obispos argentinos también hablaron en su oportunidad.

 5.-  Permitir el uso de anticonceptivos no naturales

Desde falsas posturas científicas se dirá que el preservativo es imprescindible para la lucha contra el sida. Eso es simplemente banalizar la sexualidad.

La Iglesia ha sido muy sabia en lo que afirmó con Pablo VI hace más de cuarenta años. Más que patalear por dejar que la técnica entre en la intimidad nos deberíamos concentrar en tener una “sexualidad ecológica”. Pero los grandes lobbys farmacéuticos verían así perdido su gran negocio. Por eso estas posturas son ampliamente difundidas. Aunque la Iglesia siga afirmando lo de siempre, no porque es de siempre sino porque en su raíz está una verdad sobre el hombre y la sexualidad.

 6.-  Abolir el Concilio Vaticano II

Hay “sectores” (minoritarios) que sueñan con la eliminación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Consideran que es el punto de llegada de la verdadera Iglesia: a partir de allí sólo hay herejías y apostasías. Por eso sueñan con un próximo Papa que retome la “sana doctrina” y recupere el verdadero rostro de la Tradición.

 7.-  Eliminar el Misal de Pablo VI

La reforma litúrgica es considerada por ciertos sectores como una banalización del culto y traición a la liturgia celestial. Piden, desde allí, una “reforma de la reforma litúrgica” que elimine el Misal de Pablo VI y restablezca el de Pío V. (Esto no es lo mismo que lo que planteó Benedicto al permitir el uso de dichas fórmulas como rito extraordinario.)

 8.-   Prescindir del Catecismo de la Iglesia Católica

Este es un tema que directamente plantean quienes están en contra del Concilio Vaticano II ya que el Catecismo es uno de sus frutos más preciados.

Pero aquí también podríamos incluir a aquellos que piden cambios en el dogma con el cual la Iglesia custodia la Revelación. En el nombre de la “actualización” nos piden abandonar lo que es central en nuestra fe… es decir… traicionar al Catecismo. Y sobre este tema vamos a encontrar a muchos que, aunque no lo digan abiertamente, en el fondo tienen esa pretensión.

 9.-  Renunciar a la autoridad de la jerarquía (Papa y Obispos) para construir una Iglesia democrática y popular

Un planteamiento de ciertos sectores de las teologías de la liberación que dicen que el crecimiento de la Iglesia estaría detrás del abandono de todo ejercicio de poder por parte de la jerarquía para dar paso a una Iglesia carismática y popular. El caballito de batalla será la democratización de la Iglesia y la construcción de consensos partiendo desde las bases. En pocas palabras dijimos lo que en muchas dice un sector que es minoritario pero con un apoyo considerable de parte de los medios de comunicación.

Para que esto se haga realidad habría que renunciar, de una, a la voluntad fundadora de Jesús. Voluntad que fue plasmada en dos mil años de historia y reafirmada por el último Concilio.

 10.- Dejar de enseñar que “fuera de la Iglesia no hay salvación”

La Iglesia es, dirían, una estructura humana y de poder que, a lo largo de los siglos, ha causado oscuridad y genocidios. Un Papa sincero, dirían, reconocería que esta es la verdad central de la Institución y conduciría a sus fieles a vivir privadamente detrás de valores universales acordes al sentir de la humanidad actual. La Iglesia no puede aportar nada más que ciertas indicaciones sobre esos valores.

Pues bien, si es lo que piden nunca entendieron cuál es la esencia del cristianismo y la “necesidad” de la Iglesia para que Cristo haga realidad su proyecto para con la humanidad.

 ¿Me habrá quedado algo afuera de esta lista? Seguro que sí (dejáme tu impresión como comentario). Pero estoy seguro que los católicos no le pediremos esto al próximo Papa, ni a ningún Obispo. Solamente les pediremos que sean Pastores según el Corazón de Jesús y, así, nos confirmen en la verdadera fe. Como Pedro y los Apóstoles. ¿Me equivoco?

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