Mons. Aguer, Arzobispo de La Plata, publicó en el diario El Día un artículo sobre el nepotismo. Primero presentó el origen de este término en la curia vaticana y su solución en el tiempo. Luego opina sobre el decreto presidencial para combatirlo en la Argentina.

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Lo reprochable del nepotismo

“Reencauzando la reflexión hacia el problema argentino, considero razonable, por ejemplo, que un ministro se valga de la lealtad y confianza de un hijo –suponiendo que no sea ni tarado ni ventajero- para atender su secretaría privada.”

“Lo reprochable del nepotismo, en general, es que se elude el examen de idoneidad para atender únicamente al parentesco o la afinidad. Por desgracia, el nuestro es el país del amiguismo, la recomendación y el “empujoncito”, en todos los órdenes, y este mal ha arruinado la cultura política nacional.”

El remedio está en exigir, mediante concursos, la competencia; concursos transparentes, claro está. Este requisito libraría al Estado nacional, provincial y municipal de tantos funcionarios ineptos o corruptos.”

“Puede parecer indecoroso que ocupen cargos importantes muchos parientes de los funcionarios de un gobierno, pero si examinados objetivamente resultan ser los mejores, no veo razones decisivas para protestar por ello.”

El brote de transparencia

“Esperemos que el “brote” de transparencia que ha dado motivo a esas líneas no quede en mero reflejo puritano. No será fácil reformar, renovar, una cultura social y política viciada, pero alguna vez hay que empezar.”

“Esta aspiración no tiene nada de liberal, es simplemente razonable; me refiero a la razón política expuesta por Aristóteles. Por otra parte, es un reclamo de ejemplaridad: “Cuándo fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer el justo?” (Salmo 10, 3).”

Una vuelta a la constitución

“Lo que ahora se pretende con el decreto anti-parientes ya está previsto en el artículo 16 de la Constitución Nacional, que suprime las prerrogativas de sangre y de nacimiento y excluye los fueros personales: la única condición para acceder a un cargo público es la idoneidad, que puede ser establecida imparcialmente, sin mañas.”

Los cupos de presencia femenina

“Con todo respeto, me permito aludir al 50-50 de varones y mujeres para las candidaturas legislativas. Si es una reivindicación feminista, más allá de la oportunidad y las intenciones, no hace pleno honor a la mujer.”

Lo que importa no es el sexo, sino la idoneidad, el mismo criterio que vale para el caso de los parientes. ¿Por qué no podría haber, sin necesidad de cupos, un 75 por ciento de presencia femenina?”

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