“¡Que se dupliquen!” Fue el saludo de varios en mi día de cumpleaños, hace un tiempo. Y yo me sonreía… pensado que no creo que llegue a pasar la centuria. Y tampoco estoy seguro de que quiero hacerlo… y mi cuerpo, con ñañas que aparecen a cada rato, parece que tampoco está muy decidido a durar mucho en el tiempo.
Durar no es permanecer
Vivimos en un mundo que tiene como horizonte el simple presente. Cada vez nos cuesta más levantar la cabeza para adorar a quién está por encima de nosotros, que nos dio la vida y algún día nos pedirá cuentas de lo que hicimos.
Pero… vivimos como si Él no existiera. No lo negamos. Simplemente lo excluimos del horizonte de nuestra mirada. Y organizamos todo desde lo que nosotros somos: seres limitados, finitos, temporales.
El plazo de nuestra vida cada vez más se acota al viernes que nos permite disfrutar el fin de semana y al comienzo de mes… que trae un nuevo sueldo.
Pero… la vida es más que un fin de semana. Por lo menos eso nos dice nuestro corazón cuando se aquieta de sus ajetreos cotidianos. Y, entonces, nos damos cuenta de que no puede ser que estemos limitados por un tiempo que se escurre como el agua entre los dedos.
Cuando caemos en cuenta del tiempo… queremos entonces “durar” mucho. “¡Que se dupliquen!” los años que tengo ahora. Que no se acaben nunca.
Pero… el cuerpo se va deteriorando. Y Hacemos la experiencia de que “durar” no es lo mismo que “permanecer” en la existencia. El durar tiene un límite… el permanecer es un horizonte que se pierde en el infinito.
Llegar a viejo no es fácil
Todavía soy un “adulto” (en edad, algunos dicen que psicológicamente sigo siendo adolescente… jaja). Es lo que figura en mi documento: 57 años.
Pero… hace unos días retiré los análisis clínicos del laboratorio. Jeje… los años traen el regalo del deterioro del cuerpo. Leve, lento… pero deterioro al fin.
Entonces me acordé de lo que decía el Eclesiastés acerca de los “viejos”:
“Si un hombre vive muchos años, que disfrute de todos ellos, pero recuerde que serán muchos los días sombríos y que todo lo que sucede es vanidad.
Alégrate, muchacho, mientras eres joven, y que tu corazón sea feliz en tus años juveniles. Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es un incentivo para tus ojos; pero ten presente que por todo eso Dios te llamará a juicio.
Aparta de tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora de la vida pasan fugazmente.
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días penosos y vengan los años en los que dirás: «No encuentro en ellos ningún placer»; antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes cargadas de lluvia.
En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas; se cerrarán las puertas de la calle, mientras declina el ruido del molino; cesará el canto de los pájaros y enmudecerán las que entonan canciones.
Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle.
Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe; antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad!” (Ecl 11,8-12,8)
Lo que les puse en negrillas… es una descripción del cuerpo humano que se deteriora. Supongo que se darán cuenta de que parta trata cada frase.
Permanecer es la cuestión
No es triste llegar a viejo. No es durar lo que busca el corazón. La existencia, breve o larga, tiene un final transparente (como decíamos en este artículo hace un tiempo atrás). Y es lo que deseamos: la plenitud de permanecer en el amor, en la vida, en la verdad.
Eslo que celebramos en el tiempo pascual. La Muerte ha sido vencida. El Señor ha resucitado y ha abierto las puertas de la Casa del Padre de par en par.
Permanecer en su Amor es nuestro destino. Y comienza hoy, aquí y ahora. Un tiempo sin fin, pleno, es la promesa. ¡Y yo creo en las promesas de Jesús!
Hace un tiempo pude participar de la fiesta por la muerte de un monje. Si, literalmente. Como lo conté en este artículo. Y es la fiesta de la esperanza, de la vida, de la certeza de que estamos hechos para permanecer y no para durar.
Fotitos del atardecer
Porque me encanta ese momento del día. Estas las saqué desde las barrancas del Paraná, en la Toma Vieja. Si les hacen click en cada foto las pueden ver de mejor calidad.
Ah… de paso… ¿para vos es lo mismo permanecer que durar?
Hermosas fotos y hermosos pensamientos p.Fabián, gracias!
Feliz cumpleaños!!!
Querido padre hermoso su vida su testimonio su entrega. Feliz cumple tarde pero seguro un gran Abrazo
Muy hermoso todo padre