Así formulada esta pregunta tiene una respuesta inmediata: NO “debemos” rezarle a los santos. “Deber” es una obligación, es una acción que supone que no es “libre” sino que se tiene que actuar de terminada manera y no de otra. Y el único “deber” con respecto a la oración tiene como sujeto a Dios. No “debemos” rezarle a nadie más que a Él, o caemos en la idolatría (que es la acusación que, justamente, nos hacen algunos hermanos evangélicos).

¿Entonces? Simplemente cambiemos una palabra de la pregunta: ¿Por qué “podemos” rezarle a los santos? Si lo planteamos así no seremos ni idólatras ni herejes. ¿Qué diferencia hay? Una diferencia muy importante que trataré de explicar en breves líneas.

La oración de la Iglesia a los santos

Toda la oración de la Iglesia está dirigida al Padre. La hacemos por el camino que Jesús nos abrió con su muerte y resurrección y con la fuerza del Espíritu Santo que nos habita por la gracia. No hay oración legítima que no sea de adoración, alabanza o petición al Padre. O somos idólatras por poner cosas o personas en el lugar de Dios.

Es muy importante no perder de vista que no hay otro mediador (puente) frente al Padre que Jesús. Sólo Él, y nadie más que Él, es el mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2,5; Hch 4,12). No hay otro camino para llegar al Padre (Jn 14,6). Los católicos sabemos distinguir muy bien diferencia entre veneración y adoración.

Los santos, al igual que la Virgen María, no son mediadores. Son intercesores, es decir, aquellos que hablan a favor de otra persona. Podemos entenderlo bíblicamente meditando (entre otras) la intercesión de María en las bodas de Caná (Jn 2,1-11); la del centurión por su siervo enfermo (Lc 7,1-10); la de la cananea por su hija endemoniada (Mt 15,21-28).

culto a los santos

La comunión de los santos

Sumemos a esto la visión tan linda del Apocalipsis (8, 3-4) en la que nos cuenta que un ángel se puso junto al altar y ofrece, con el humo de los perfumes, las oraciones de todos los santos. Esto nos indica dos cosas muy importantes para nuestro tema. La primera es que, por la puerta que abrió Jesús, muchos pueden entrar a la Casa del Padre. Y entrar con tal confianza que sus palabras son escuchadas (oración) en atención a los méritos de la Sangre del Cordero que quita los pecados del mundo.

Lo segundo es que esos hermanos nuestros no se olvidan de nosotros. O, mejor, no se alejan de nosotros. Seguimos unidos con ellos. Es lo que decimos de manera tan linda en el Credo: la comunión de los santos. No estamos caminando solos en la vida: somos la Iglesia Peregrina que está unida a la Iglesia Celestial. Y los que llegaron, porque están abismados en el inmenso amor divino, con solicitud interceden por quienes, entre penas y alegrías, buscamos llegas a la meta deseada.

En consecuencia, podemos rezarle a los santos porque su oración llega al Padre. Podemos porque sabemos que no les rezamos a ellos como dioses sino simplemente como intercesores que presentan ante el Trono nuestros deseos. Y, sobre todo, podemos rezarles porque de esa manera manifestamos nuestra fe en la Revelación de Jesús y en su obra redentora: si Jesús no hubiera abierto el camino, ellos no habrían llegado, la comunión de los santos no sería posible.

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9 COMENTARIOS

  1. Araceli Carranza Excelente , clara la explicacion . Gracias Padre que Dios lo bendiga

  2. Gracias Aaacelli. Me alegra poder ser claro, porque a veces en estas cosas nos confundimos y terminámos dándole la razón a los que nos tratan como idólatras. Bendiciones.

  3. Gracias, padre. Su explicación ha sido muy clara y oportuna. Bendiciones.

  4. Bastante acertada y CLARA su explicación.....Dios lo Bendice!!!

  5. Gracias Padre. Leo y releo casi todos los dias. es una ayuda espiritual parami. Bendiciones!!!

  6. Me ha gustado su planteamiento ahora lo descubro es para mi una bendicion que Dios continue dando ese don...

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