Uno de los navegantes de Cristóbal Colón, después de más de dos meses de incertidumbre gritó: ¡“Tierra”! Hace seis meses –después de noventa años de peregrinación en esta tierra (1929-2020)- suponemos que el P. Ángel ha podido decir ¡“Cielo”! Por eso hemos venido a pedirle al buen Dios que Angelito haya podido escuchar las hermosas palabras del Señor: “Entra, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco … entra a participar del gozo de tu Señor”.
Aún resuena en nuestros oídos la parábola de los talentos del cap. 25 de San Mateo, proclamada el domingo pasado. Hoy, nuevamente aparece en la versión de San Lucas. Es una parábola que nos sitúa entre dos momentos: la vida de la Iglesia en el presente y el retorno del Señor. Será el momento del encuentro definitivo, adelantado para cada persona en el momento de la llamada personal hecha por el Señor. El 18 de mayo pasado, el Señor ha llamado al P. Ángel a su presencia.
Entra, servidor bueno y fiel
“Entra, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco … entra a participar del gozo de tu Señor”. Creo que a partir de estas palabras, podemos intentar acercarnos a la fisonomía humana de este gran hombre, de este gran amigo…
“Entra”: no te quedes fuera como las vírgenes necias o el hombre perezoso que enterró sus talentos.
“Entra”: porque has sido diligente: has sabido no sólo mantener la lámpara encendida sino también proveerte del aceite necesario para que cuando el esposo llegara pudieras entrar en el banquete del Reino.
Entra”: porque has sabido fructificar los talentos recibidos…
Si te preguntáramos, Angelito, cuáles han sido tus talentos, seguramente nos dirías: “pocos”. Quienes te conocimos, diríamos probablemente lo contrario! Pero es también cierto que haciendo fructificar los talentos recibidos, tu humildad y tu sencillez, ha atenuado la capacidad de reconocerlos y valorarlos… He ahí ya un gran talento: una vida de entrega al Señor y dedicación a la Iglesia pero marcada por un bajo perfil.
“¡Entra, servidor bueno y fiel! ¡Hombre bueno! ¿Quién puede negarlo? ¡Sacerdote fiel! ¿Quién se atreve a discutirlo?
Para el beato Carlos Acutis, recientemente beatificado, la brújula de su vida ha sido la Palabra de Dios. ¿Quién puede desconocer que para el P. Ángel, el Evangelio ha orientado toda su vida? Cuántas veces lo hemos escuchado predicar sobre la enseñanza principal de Jesús: el amor cristiano. Amor meditado, predicado, vivido.
“Entra, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco …”. La respuesta inicial al llamado divino a seguir a Jesús como sacerdote la ha madurado durante 65 años de sacerdocio –seguramente con altibajos- pero con esa capacidad de reaccionar amando y sobreponiéndose a las situaciones adversas. Quién podrá negar que ha respondido en lo cotidiano de su existencia sacerdotal, ¡a lo largo de tantos años!
Algunas de sus cualidades
Quisiera resaltar –a modo testimonial- algunas cualidades que han adornado su vida sacerdotal.
En primer lugar, quisiera destacar la formación cultural proveniente de su formación inicial. La capacidad y el amor hacia la filología lo hubiera hecho un destacado estudioso en ese campo. No sólo casi nadie lo percibió sino que prefirió ocultarlo por humildad.
En la vida parroquial, ha manifestado su caridad pastoral con solicitud y discreción, “sin hacer ruido”. Una actitud define su personalidad: el espíritu de servicio, especialmente en la dedicación a las Confesiones, la visita a los enfermos y la atención a los pobres.
Poco se dice aquí de su ministerio ejercido en Villa Clara, donde también sabemos que se ha involucrado en la cuestión social de la comunidad, procurando el progreso de la población, con espíritu solidario y magnánimo. En una oportunidad, me invitaron a presidir una Misa patronal en Cristo Rey de Villa Clara: él me acompañó. Luego, de la Misa, se hizo la procesión y se detuvo frente a la sinagoga judía. Nos hicieron entrar a los tres sacerdotes. La cálida recepción dada al P. Ángel por las autoridades de la sinagoga mostraba el aprecio y el respeto que había ganado también en esa comunidad.
Asimismo, como parte de nuestro testimonio, es necesario reconocer la pobreza evangélica asumida como estilo de vida. Pobreza existencial: no declamación teórica surgida de una ideología sino expresión concreta del Evangelio encarnado en su vida. Opción de vida, pero ni impuesta ni expuesta: simplemente propuesta con su ejemplo silencioso y luminoso. Paciente –no estoicamente sino evangélicamente-, amable –fruto de un gran trabajo interior sobre sí mismo y en correspondencia a la acción del Espíritu- y alegre. Alegría serena y serenidad alegre.
Hasta sus últimos días
Estas características las ha manifestado hasta sus últimos días. Pienso que es la alegría de aquel que obra correctamente y se aplica para sí lo que enseña Jesús: “cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan ‘somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber’” (Lc 17,10).
En sus últimos años, nadie ignora su amor de predilección por el Movimiento de Encuentro Matrimonial. Había descubierto con mayor hondura la dimensión “esponsal” de la vida presbiteral. Identificado a Cristo-esposo quería atender con gran solicitud a la comunidad eclesial con amor esponsal hecho de dedicación y entrega. Esto significó una nueva riqueza espiritual para su atención pastoral.
El testimonio de un amigo
En relación a este hecho, incluyo aquí un testimonio de uno de sus incondicionales amigos: Osvaldo Wasinger:
“Definir su personalidad permite entender el porqué de su vocación. Amigo fiel, respetuoso, discreto, servicial y alegre. Su relación con los demás nunca pasaba desapercibida, de conversación pausada y constructiva, con historias vinculadas a su niñez, juventud y madurez para transformarla en mensaje de vida.
Una frase que siempre insistió para que los que deseamos una familia con valores era “una gota de miel, junta más moscas que un tonel de vinagre”, buscando incansablemente trabajar sobre las virtudes y no resaltar las debilidades de nuestro hijos en particular, al igual que en la relación de esposos, una misión que sí lo preocupó y ocupó en sus últimos años de pastor: Encuentro Matrimonial.
Si bien siempre acompañó a la comunidad parroquial y los grupos y movimientos, esta misión pastoral lo llevó a recorrer parte de nuestro país para que no se suspendan los fines de semana de matrimonios y de novios por falta de sacerdotes. Seguramente que por su humildad y sigilo, Angelito nunca hubiera compartido los milagros que experimentaron miles de parejas a las que con paciencia y testimonio ha motivado a continuar con el desafío de amarse por sobre cualquier situación.
Es precisamente, que en este hermoso camino de trabajar por la relación como esposos, hemos sido receptores de los incansables mensajes de agradecimiento para el “Ángel “ de su nueva vida como decían algunos, o el regalo del vino nuevo de Caná en otros, mensajes que se documentaron y expresaron durante su proceso de enfermedad y convalecencia, con cartas y textos que inundaban nuestro correo y teléfonos… milagros que aún hoy fortalecen los corazones de matrimonios, sacerdotes y novios que hoy son matrimonios con cimientos firmes.
Un faro que supo iluminar y guiar a su gente, un testimonio que por gracia de Dios pudimos disfrutar y acompañar. En nuestros viajes por el interior de la Provincia para despedirse de amigos y algún familiar (porque presentía su destino), nos llenaba de historias y narraciones, las cuales le sugerimos que las escribiera, pero no era lo que buscaba.
Algo que nos quedó muy gravado fue cuando nos contó “la historia de su muerte”. Sucedió que estando en pueblo de campaña lo agarró la noche en un boliche y debido al convite de jugar al truco, se olvidó de la hora, pasada la media noche llegó un jinete proclamando la triste noticia que había fallecido el cura del pueblo Don Ángel Riedel, situación que generó sorpresa y, ante esta noticia, Angelito pregunto al buen hombre que si sabía cuándo había sucedido tan triste acontecimiento, a lo que no supo brindar detalles y, Angelito con simpleza y firmeza, desveló la verdad de una mal intencionada versión. “Quiero comunicarle, mi amigo, que esa afirmación no es cierta, ya que yo soy el Padre Ángel Evaristo Riedel y como ve, ¡bien vivito que estoy! ¡Ñacate! Culminó su historia.
Otros dichos y hay muchos; “¡que vidurria le dijo el sapo a la bandurria! O ¡“baldazos de Oraciones”! Esta frase para los que lo conocíamos, era porque para él la oración debía ser corta y profunda y lo más efectivo era “hacerse oración en los otros”.
Cuando no había opciones ¡“a rascarse”!
Es un resumen de situaciones que compartimos, pero está claro que si San Gabriel del Rosario, el Cura Brochero es Santo, Nuestro Ángel Evaristo Riedel goza de los mismos privilegios que él… Santo en el silencio tal como murió”.
El testimonio de su enfermedad
Aunque ya esté dicho en este testimonio, quisiera decir sólo unas pocas palabras más de ese momento pascual de la vida del P. Ángel: su enfermedad. Con ocasión de la misma, se manifestaron el poder de Dios, el talento de prestigiosos médicos, la entereza humana, cristiana y sacerdotal de Angelito, la cercanía fiel de sus fieles y de sus amigos –como hoy- y el aprecio de tantos hermanos que oraban al buen Dios por su recuperación. Nunca he visto un médico tan extenuado como aquel día… Cerca de 14 horas de operación…, bastante tiempo de recuperación y rehabilitación … Un gran esfuerzo que nos permitió tenerlo entre nosotros varios años más.
¡Gracias, buen Dios, por los beneficios recibidos de tus manos generosas y providentes!
Gracias, Angelito, por tu testimonio de valentía y tu amor a la vida, como preludio de la vida definitiva, en la presencia del Señor, por quien amaste, gozaste, sufriste, ofreciste y a quien te ofreciste como simple servidor…
“Entra, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco … entra a participar del gozo de tu Señor”. Eso hemos venido a pedir juntos al Señor: que te haya dicho: “entra a participar del gozo de tu Señor”.
Eso sí, Angelito, contale a Jesús y a María que nosotros seguimos caminando. ¡Memento mei – Memento nostri! ¡Acuérdate de mí! ¡Acuérdate de nosotros! ¡Ante el Señor!
P. Angel Riedel: ¡Resquiescat in pace! ¡Ruhe in Frieden! ¡Descansa en paz!