No necesitamos ni ser multitud ni hacer grandes cosas para que la realidad se transforme. Lo cotidiano cambia cuando hay pequeñas acciones, llenas de Dios, que dejan obrar al Dios Vivo. Es decir, cuando vivimos la Palabra de Dios... el Señor aprovecha nuestros actos no solo para transformarnos a nosotros sino que, a partir de ellos, transforma todo lo que nos rodea.
Es ese el misterio que Jesús nos invita a que contemplemos: el de un puñado de levadura que transforma toda la masa. Sobre eso hablo en este video.
Y vos... ¿sos levadura en tu realidad cotidiana?
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