La trata de personas no nos puede dejar indiferentes. La Iglesia celebra hoy la fiesta de Santa Josefina Bakhita, nacida en la región de Darfur, en Sudán, secuestrada y vendida cuando tenía nueve años por traficantes de esclavos. Esta Santa nos interpela sobre la dignidad de las personas y las antiguas y nuevas esclavitudes.
La Comisión Nacional de Justicia y Paz, del Episcopado Argentino, ha constituido el Equipo No a la Trata. Ellos están comprometidos en concientizar y sensibilizar al Pueblo de Dios, y la sociedad en general, sobre este flagelo que afecta la libertad y la dignidad de millones de personas en el mundo: la trata de personas. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se estima en 2,5 millones el número de personas víctimas de la trata. Sin embargo, se calcula que por cada víctima de la trata de personas identificada existen 20 más sin identificar.
La Comisión Episcopal invita a todos a buscar hoy, 8 de febrero, un tiempo de reflexión que nos motive a realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento por este flajelo que es la trata de poersonas.
A dejarnos interpelar, desde las enseñanzas y gestos de Francisco:
“cuando encontramos o tratamos en la vida cotidiana con víctimas de la trata de personas, o cuando tenemos que elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas.”
La vida de esta santa y la trata de personas
Santa Josefina Bakhita nació en Sudan (África) en 1869. A los nueve años fue secuestrada y vendida como esclava varias veces... Nunca consiguió escapar a pesar de haberlo intentado. Sufrió torturas, especialmente con su cuarto amo cuando tenía aproximadamente 13 años.
El quinto amo, un comerciante italiano, la trató muy bien y la llevó a Italia, donde empezó a trabajar para la familia de un diplomático. Con su nueva familia, Bakhita se desempeñó como niñera. En ocasión de que sus amos compraron un hotel y se trasladaron a Suakin, Bakhita pudo quedarse en Italia e ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia.
Esta congregación, fundada en 1808, es más conocida como Hermanas de Canossa. Fue en este Instituto que Bakhita conoció con profundidad a Cristo. Recibió al mismo tiempo el bautismo, la primera comunión y la confirmación, el 9 de enero de 1890, por manos del Cardenal de Venecia. El 7 de diciembre de 1893, profesó en la vida religiosa.
Bakhita fue trasladada a Venecia en 1902, donde trabajó limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres hasta su muerte en 1947.
Durante su canonización
El 1º de octubre del año 2000 Josefina Bakhita fue canonizada por el Papa San Juan Pablo II. De ella afirmó:
“En santa Josefina Bakhita encontramos una abogada brillante de la auténtica emancipación. La historia de su vida no inspira una aceptación pasiva, sino más bien una firme decisión de trabajar efectivamente por librar a niñas y mujeres de la opresión y la violencia, y devolverles su dignidad en el ejercicio pleno de sus derechos”.