El curso María (mujer plena) tiene supuestos que creo importantes que lo explicitemos. El contexto general es la finalización de una serie de charlas que desgranaron el contenido de la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano Segundo. De hecho, esta serie de 12 charlas que presentamos como curso, es como una versión ampliada del contenido de ese documento magisterial.
Así que esta “mariología” está también inspirada por los mismos principios que movieron a los padres conciliares. Quisiera enumerarlos brevemente, dejándome inspirar por una catequesis de Juan Pablo II.
El punto de partida fundamental
La intención de los Padres fue “explicar cuidadosamente tanto la función de la Santísima Virgen en el misterio del Verbo encarnado y del Cuerpo místico cuanto los deberes de los hombres redimidos para con la Madre de Dios, Madre de Cristo y Madre de los hombres, especialmente de los fieles, sin tener la intención de proponer una doctrina completa sobre María… aquella que, después de Cristo, ocupa en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a nosotros” (LG 54).
A partir de esto, los 5 principios que me guían en el estudio de la Virgen María.
1.- La mariología es cristocéntrica
Si los católicos hablamos de la Virgen no es por ella misma sino por su relación teológica con su hijo. No podemos entender a María sin Jesús. Todo lo que decimos de María nos aclara el misterio de Jesús.
2.- La mariología es eclesiológica
No podemos comprender el papel de la Virgen al margen de la comunidad del resucitado, la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
El texto citado de la Lumen Gentium lo dice de manera muy linda: ocupa el lugar más alto (es decir es una más de la Iglesia) y el más próximo a nosotros (a pesar de la Asunción).
3.- Comprendemos a María desde TODA la Revelación
La Palabra de Dios primero fue transmitida a través de la enseñanza de los Apóstoles, de la celebración de los sacramentos, de la vida comunitaria y de oración compartida (Hch 2,42). A esto le decimos Tradición.
Luego, una parte de esa tradición fue puesta por escrito. A eso le decimos Biblia o Sagrada Escritura.
Esta Palabra de Dios fue recordada y aplicada al tiempo presente de cada generación por los sucesores de los Apóstoles. A esto le decimos Magisterio (de magister, maestro en latín).
Esta Palabra de Dios fue recibida, celebrada, vivida y orada por el Pueblo de Dios (sensus fidelium). También fue meditada y pensada por los teólogos.
Así es esta Palabra de Dios, un coro de muchas voces, que escuchamos para entender a y hablar sobre María. Por eso quien se queda en la “Sola Escritura” no puede entender la profundidad del misterio divino.
4.- María es modelo de creyente
Así lo reconoció el mismo Jesús (Lc 11,27-28). Por eso estudiar a María es tener luces concretas para nuestro camino espiritual como discípulos misioneros de Jesús. Es un espejo sublime en el cual podemos encontrar nuestra identidad más profunda.
5.- Sin exageraciones ni estrecheces de mirada
Debemos estar atentos a lo pedido por los padres conciliares que exhortaron “encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la Palabra divina a que se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración cuanto de una excesiva mezquindad de alma al tratar de la singular dignidad de la Madre de Dios” (LG 67).
En la catequesis citada, Juan Pablo II nos advertía que las exageraciones "provienen de cuantos muestran una actitud maximalista, que pretende extender sistemáticamente a María las prerrogativas de Cristo y todos los carismas de la Iglesia".
Y sobre la otra actitud señalaba que nacía del “peligro de minimalismo, que puede manifestarse en posiciones doctrinales, en interpretaciones exegéticas y en actos de culto, que pretenden reducir y hasta quitar importancia a María en la historia de la salvación, así como a su virginidad perpetua y a su santidad”.
Esto lo evitamos siendo fieles al principio 3: sólo comprendemos a María desde la Revelación total.
Es interesante saber acerca de la vida de Nuestra Madre Maria ya que es una mujer de fe