Hay muchas discusiones sobre que permite la liturgia y que no. De parte de laicos y curas. Frente a esto, lo mejor es encontrarnos con la palabra autorizada de la Iglesia que nos ayuda a comprender. Por eso quiero desarrollar una serie de 13 artículos sobre un documento base: la Constitución Sacrosanctum Concilium.

Es el primer documento que promulga el Concilio Vaticano II: el 4 de diciembre de 1963. Para que tomemos dimensión de la aceptación general de su contenido, simplemente este dato: de un total de 2.152 padres conciliares solo 4 votaron en contra y un solo voto nulo. Esto nos habla del consenso que esta Constitución tuvo por parte de los Obispos participantes. Un dato no menor para calibrar su contenido... y sus repercusiones en la historia eclesial inmediata.

Juan Pablo II nos decía

En el año 1.985 el Sínodo convocado por Juan Pablo II con motivo de los 20 años del Concilio, en su “Relación final”, tiene estas palabras calificativas (las negrillas son mías para ayudarte a sopesar el contenido):

“La renovación litúrgica es el fruto más visible de toda la obra conciliar. Aunque existieron algunas dificultades, generalmente ha sido aceptada por los fieles con alegría y con fruto. La innovación litúrgica no puede restringirse a las ceremonias, ritos, textos, etc.; y la participación activa, tan felizmente aumentada después del Concilio, no consiste sólo en la actividad externa, sino, en primer lugar, en la participación interna y espiritual, en la participación viva y fructuosa del misterio pascual de Jesucristo (cf. SC 11). Precisamente la liturgia debe fomentar el sentido de lo sagrado y hacerlo resplandecer. Debe estar imbuida del espíritu de reverencia y de glorificación de Dios.”

A los 40 años de la Constitución el mismo Juan Pablo, en la Carta Apostólica "Spiritus Et Sponsa", la evalúa:

“Con el paso del tiempo, a la luz de los frutos que ha producido, se ve cada vez con mayor claridad la importancia de la constitución Sacrosanctum Concilium. En ella se delinean luminosamente los principios que fundan la praxis litúrgica de la Iglesia e inspiran su correcta renovación a lo largo del tiempo (cf. n. 3)."

Más adelante nos hace un desafío:

"A distancia de cuarenta años, conviene verificar el camino realizado. Ya en otras ocasiones he sugerido una especie de examen de conciencia a propósito de la recepción del concilio Vaticano II (cf. Tertio millennio adveniente, 36). Ese examen no puede por menos de incluir también la vida litúrgico-sacramental.

¿Se vive la liturgia como "fuente y cumbre" de la vida eclesial, según las enseñanzas de la Sacrosanctum Concilium?" (ib.). El redescubrimiento del valor de la palabra de Dios, que la reforma litúrgica ha realizado, ¿ha encontrado un eco positivo en nuestras celebraciones?

¿Hasta qué punto la liturgia ha entrado en la vida concreta de los fieles y marca el ritmo de cada comunidad? ¿Se entiende como camino de santidad, fuerza interior del dinamismo apostólico y del espíritu misionero eclesial?"

También Benedicto dejó su enseñanza

Benedicto XVI, en el último encuentro que tuvo como Obispo de Roma con su clero, reflexionó sobre el Concilio. Allí, entre otras cosas, dijo esto sobre el espíritu que animaba a los padres conciliares al redactar este documento:

“Tras la Primera Guerra Mundial, había ido creciendo precisamente en Europa Central y Occidental el movimiento li­túrgico, un redescubrimiento de la ri­queza y profundidad de la liturgia, que hasta entonces estaba casi encerrada en el Misal Romano del sacerdote, mientras que el pueblo rezaba con sus propios libros de oraciones, compuestos según el corazón de la gente; se trataba de este modo de traducir el alto contenido, el lenguaje elevado de la liturgia clásica, en palabras más emotivas, más cercanas al corazón del pueblo.

Pero eran como dos liturgias paralelas: el sacerdote con los monaguillos, que celebraba la Misa según el Misal, y al mismo tiempo los laicos, que rezaban en la Misa con sus libros de oración, sabiendo básicamente lo que se hacía en el altar.

Pero ahora se había redescubierto precisamente la belleza, la profundidad, la riqueza histórica, humana y espiritual del Misal, y la necesidad de que no fuera sólo un representante del pueblo, un pequeño monaguillo, el que dijera: «Et cum spiritu tuo»..., sino que hubiera realmente un diálogo entre el sacerdote y el pueblo; que la liturgia del altar y la liturgia de la gente fuera realmente una única liturgia, una participación activa; que la riqueza llegara al pueblo. Y así la liturgia se ha redescubierto, se ha renovado.

Ahora, en retrospectiva, creo que fue muy acertado comenzar por la liturgia. Así se manifiesta la primacía de Dios, la primacía de la adoración: «Operi Dei nihil praeponatur». Esta sentencia de la Regla de san Benito (cf. 43,3) aparece así como la suprema regla del Concilio. Alguno criticaba que el Concilio hablara de muchas cosas, pero no de Dios.

Pero sí que habló de Dios. Y su primer y sustancial acto fue hablar de Dios y abrir a todos, al pueblo santo por entero, a la adoración de Dios en la celebración común de la liturgia del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En este sentido, más allá de los aspectos prácticos que desaconsejaban iniciar de inmediato con temas polémicos, digamos que fue realmente providencial el que en los comienzos del Concilio estuviera la liturgia, estuviera Dios, estuviera la adoración. No quisiera entrar ahora en los detalles de la discusión, pero siempre vale la pena volver, más allá de las aplicaciones prácticas, al Concilio mismo, a su profundidad y a sus ideas esenciales.

Diría que había varias: sobre todo el Misterio pascual como centro del ser cristiano, y por tanto de la vida cristiana, del año, del tiempo cristiano, expresado en el tiempo pascual y en el domingo, que siempre es el día de la Resurrección. Siempre recomenzamos nuestro tiempo con la Resurrección, con el encuentro con el Resucitado y, a partir del encuentro con el Resucitado, vamos al mundo.

En este sentido, es una pena que actualmente el domingo se haya transformado en el fin de semana, cuando es la primera jornada, es el inicio; interiormente debemos tener presente esto: que es el inicio, el inicio de la Creación, el inicio de la recreación en la Iglesia, encuentro con el Creador y con Cristo Resucitado.

También este doble contenido del domingo es importante: es el primer día, o sea, fiesta de la Creación: estamos en el fundamento de la Creación, creemos en el Dios Creador; y es encuentro con el Resucitado, que renueva la Creación; su verdadero objetivo es crear un mundo que sea respuesta al amor de Dios.

También había algunos principios: la inteligibilidad, en lugar de quedar encerrados en una lengua desconocida, no hablada, y también la participación activa. Lamentablemente, estos principios también se han malentendido. Inteligibilidad no quiere decir banalidad, porque los grandes textos de la liturgia —aunque se hablen, gracias a Dios, en lengua materna— no son fácilmente inteligibles; necesitan una formación permanente del cristiano para que crezca y entre cada vez con mayor profundidad en el misterio y así pueda comprender.

Y también la Palabra de Dios. Cuando pienso día tras día en la lectura del Antiguo Testamento, y también en la lectura de las epístolas paulinas, de los evangelios, ¿quién podría decir que entiende inmediatamente sólo porque está en su propia lengua? Sólo una formación permanente del corazón y de la mente puede realmente crear inteligibilidad y una participación que es más que una actividad exterior, que es un entrar de la persona, de mi ser, en la comunión de la Iglesia, y así en la comunión con Cristo.”

El contenido de la Constitución Conciliar

Esta Constitución del Concilio Vaticano II, más allá de la opinión de grupúsculos de detractores, renovó la vida litúrgica de la Iglesia. Nos detendremos a reflexionar sobre los principios que alienta para que la liturgia sea en verdad lo que debe ser. Pero antes es importante tener una mirada de conjunto sobre el contenido. Nada mejor que darle un vistazo al índice, con los subtítulos que pone la edición electrónica del sitio vaticano:

PROEMIO
La Liturgia en el misterio de la Iglesia. Liturgia y ritos

CAPÍTULO I: PRINCIPIOS GENERALES PARA LA REFORMA Y FOMENTO DE LA SAGRADA LITURGIA
I. Naturaleza de la sagrada liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia: La obra de la salvación se realiza en Cristo. En la Iglesia se realiza por la Liturgia. Presencia de Cristo en la Liturgia. Liturgia terrena y Liturgia celeste. La Liturgia no es la única actividad de la Iglesia. Liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial. Necesidad de las disposiciones personales. Liturgia y ejercicios piadosos. Se recomiendan las prácticas piadosas aprobadas
II. Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa: Formación de profesores de Liturgia. Formación litúrgica del clero. Vida litúrgica en los seminarios e institutos religiosos. Vida litúrgica de los sacerdotes. Formación litúrgica del pueblo fiel. Transmisiones de acciones litúrgicas
III. Reforma de la sagrada liturgia
A) Normas generales: Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la Liturgia. Conservar la tradición y apertura al legítimo progreso. Biblia y Liturgia. Revisión de los libros litúrgicos
B) Normas derivadas de la índole de la liturgia como acción jerárquica y comunitaria: Primacía de las celebraciones comunitarias. Cada cual desempeñe su oficio. Auténtico ministerio litúrgico. Participación activa de los fieles. Normas para la revisión de las rúbricas. No se hará acepción alguna de personas
C) Normas derivadas del carácter didáctico y pastoral de la Liturgia: Estructura de los ritos. Biblia, predicación y catequesis litúrgica. Lengua litúrgica
D) Normas para adaptar la Liturgia a la mentalidad y tradiciones de los pueblos
IV. Fomento de la vida litúrgica en la diócesis y en la parroquia: Vida litúrgica diocesana. Vida litúrgica parroquial
V) Fomento de la acción pastoral litúrgica: Signo de Dios sobre nuestro tiempo. Comisión litúrgica nacional. Comisión litúrgica diocesana. Comisiones de música sagrada y arte sacro
.

CAPÍTULO II: EL SACROSANTO MISTERIO DE LA EUCARISTÍA
Misterio pascual. Participación activa de los fieles. Revisión del Ordinario de la Misa. Mayor riqueza bíblica en el misal. Se recomienda la homilía. «Oración de los fieles». Lengua vernácula y latín. Comunión bajo ambas especies. Unidad de la Misa. Concelebración
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CAPÍTULO III: LOS DEMÁS SACRAMENTOS Y LOS SACRAMENTALES 
Sacramentos. Sacramentales. Relación con el misterio pascual. Necesidad de una reforma en los ritos. Mayor cabida a la lengua vernácula. Catecumenado. En las misiones. Bautismo de adultos. Bautismo de niños. Rito breve para casos especiales. Rito nuevo. Bendición del agua bautismal. Rito de la Confirmación. Rito de la Penitencia. Unción de enfermos. Reforma del rito. Número de unciones y oraciones. Revisión del rito de la ordenación. Rito del matrimonio. Celebración del matrimonio. Revisión de los sacramentales. La profesión religiosa. Rito de la exequias
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CAPÍTULO IV: EL OFICIO DIVINO 
Obra de Cristo y de la Iglesia. Obligación y altísimo honor. Valor pastoral del Oficio divino. Curso tradicional de las Horas. Fuente de piedad. Distribución de los salmos. Ordenación de las lecturas. Revisión de los himnos. Tiempo del rezo de las Horas. Oración pública de la Iglesia. Uso del latín o de la lengua vernácula
.

CAPÍTULO V: EL AÑO LITÚRGICO
Sentido del año litúrgico. Revalorización del domingo. Revisión del año litúrgico. Orientación de los fieles. Cuaresma. Penitencia individual y social. Fiestas de los santos
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CAPÍTULO VI: LA MÚSICA SAGRADA 
Dignidad de la música sagrada. Primacía de la Liturgia solemne. Participación activa de los fieles. Formación musical. Canto gregoriano y canto polifónico. Edición de libros de canto gregoriano. Canto religioso popular. Estima de la tradición musical propia. Órgano de tubos y otros instrumentos. Cualidades y misión de los compositores
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CAPÍTULO VII: EL ARTE Y LOS OBJETOS SAGRADOS
Dignidad del arte sagrado. Libre ejercicio de estilo artístico. Arte auténticamente sacro. Imágenes sagradas. Vigilancia de los Ordinarios. Formación integral de los artistas. Revisión de la legislación del arte sacro. Formación artística del clero. Insignias pontificales
.

APÉNDICE
Declaración del sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II sobre la revisión del calendario

Valga todo esto como una simple introducción. Vamos a desarrollar una serie de 13 artículos para sacarle el jugo a esta Constitución. Los puedes encontrar a todos en la página CONCILIUM de esta web. Te invito a navegarla.

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1 COMENTARIO

  1. todo esta muy claro pero necesito saber en especifico si se debe quitar la cruz del frente y colocar a Cristo Resucitado ya que este el el nombre de la capilla porque asi lo sugiere el parroco. solo que antes ya estaba asi y otro parroco lo quito parece que estamos jugando a quien le gusta de una menra y de otro creo que debe haber algunas normas a seguri para no estar asi cada que llegue un sacerdote nuevo.

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