Se acaba de aprobar el milagro de la causa de Canonización de Fray Mamerto. Que linda noticia y ahora será el Beato fray Mamerto. Y no solo por todo lo que sabemos de él poco o mucho pero otro hombre santo que paso por Paraná un corto tiempo, solo cuatro meses y acompañando a nuestro primer Obispo Mons. Segura y Cubas.
No tenemos mucha documentación de sobre este sacerdote en nuestros registros, solo algún que otro papel firmado por él y un cuadro de la colección Bazán y Bustos colgada en la curia.
Y aunque no estamos trabajando y no puedo compartirles documentos sentí ganas de escribir con lo que tengo a mano que es internet.
Siempre recordamos la creación de nuestra diócesis de Paraná el 13 de junio de 1859 y con ello a nuestros sacerdotes que junto a otros trabajaron para lograrlo. Recordamos a Mons. Acevedo que fallece antes de poder asumir, así como la tarea de quienes estuvieron ahí. Y pasamos a Monseñor Gabriel Segura y Cubas y por supuesto a quien lo acompaño como su secretario.
Un niño de salud frágil
Nació en la localidad de Piedra Blanca, Provincia de Catamarca, el 11 de mayo de 1826. Fue hijo de don Santiago Esquiú y Doña María de las Nieves Medina.
Le fue conferido el bautismo el 19 del mismo mes ya que el pequeño niño nació delicado de salud. Se le impuso el nombre de Mamerto de la Ascensión, en homenaje a San Mamerto, en cuya festividad había nacido, y el misterio de la ascensión del Señor, que ese año había caído el mismo día.
En torno al año 1831, Mamerto continuaba estando en un estado de salud muy delicado. Sus padres, en la medida de sus posibilidades habían agotado todos los recursos de la ciencia médica. Doña María de las Nieves hizo entonces una promesa que sería de trascendental importancia en la vida de su ilustre hijo: vestir al niño con el hábito de San Francisco todos los días.
El pequeño Mamerto se vio enteramente recuperado al poco tiempo. La madre, agradecida a su santo protector, se apresuró a cumplir su promesa, y como no tenía una tela apropiada, ni las facilidades suficientes como para conseguirla, pidió al padre franciscano que había bautizado a su hijo, un hábito viejo que ya no usara para refaccionarlo y que le quedara al niño. Este fue el primer hábito que Fray Mamerto Esquiú usó y el único ya que lo llevó desde los cinco años de edad hasta el día de su muerte. Podría decirse que había nacido para el hábito franciscano.
Ingreso al Convento Franciscano
El 31 de mayo de 1836, siendo aún un niño, ingresó definitivamente al Convento de San Francisco, el entonces huérfano de madre Mamerto Esquiú. Anteriormente había cursado estudios de latín y humanidades. Luego comenzó la asignatura de Filosofía.
Desde el año 1841 al 43, hizo el curso de Teología y Derecho Canónico. Terminó toda la carrera de sus estudios con notas sobresalientes, en todos los ramos, cuando sólo contaba la edad de 17 años y algunos meses.
Su ordenación sacerdotal se efectuó el 18 de octubre de 1848.
El joven Esquiú por disposición de los superiores franciscanos se dedicó a la docencia. Poco tiempo después sus superiores le designan catedrático de Filosofía y Teología.
En todos estos oficios brilló con luz propia, según los testimonios unánimes de sus contemporáneos, que aseguran que Esquiú fue uno de los mejores profesores de su tiempo.
El orador de la Constitución Argentina
Esquiú también fue constitucionalista. Corría el año 1853. Después de una larga y cruenta guerra civil, se promulgaba la Constitución y se preparaba el establecimiento de un orden, de paz y de progreso.
En medio de la zozobra en que se había sancionado la nueva Constitución, se trataba ahora de serenar los espíritus, a pesar de los defectos que se señalaban, su pena de volver al desorden y a la anarquía.
Cada provincia, al promulgarla, procura prestigiarla con la palabra autorizada de un orador de nota. El gobierno de Catamarca se dirige al Convento de San Francisco, y solicita al Padre Esquiú para predicar el sermón de circunstancia. El día 9 de julio de 1853, y ante las autoridades de toda la Provincia, Esquiú pronunció su célebre discurso.
El famoso sermón fue publicado por disposición de las autoridades de la Nación, dándole renombre al notable orador catamarqueño.
El Profesor Mario Vera ha escrito un artículo muy interesante sobre su estadía en nuestra diócesis y me pareció bueno compartirlo, por eso transcribo algunas partes de su trabajo:
“En 1855 los excelentes discursos pronunciados por Esquiú en la ciudad de Catamarca llegaron a la casa de gobierno de la Confederación Argentina, en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos. El vicepresidente, doctor Salvador María del Carril, solicitó a secretario que los leyese y decidiera si eran dignos de publicación. El empleado fue a su oficina y empezó a leérselos a sus compañeros de trabajo en forma de broma, en un tono ridículo. Pero en seguida él y los demás empleados se asombraron; continuó leyendo seriamente y al concluir se fue corriendo al despacho del doctor del Carril, a cargo de la Presidencia de la Confederación Argentina, que a su vez leyó detenidamente los sermones patrios de Esquiú y exclamó: “Efectivamente, esto es una maravilla, un portento admirable. Haga que se publiquen en el acto. Ya haremos algo más para honrar el nombre de su autor”. (Félix Avellaneda. Fray M. Esquiú. Datos biográficos. Catamarca, 1917, pág. 19).”
Su relación con Paraná
Como decía al principio por la bula pontificia del 13 de junio de 1859 se erigió la Diócesis del Paraná. Desde 1853 hasta 1861, la ciudad de Paraná fue capital de la Confederación Argentina cuando nuestro país estaba dividido entre ésta y el Estado de Buenos Aires. Después del deceso del padre Acevedo, hubo que esperar una nueva elección y de la terna propuesta es designado Monseñor Luis Gabriel Segura y Cubas. Y sigue este artículo:
“Segura salió de Catamarca el 17 de abril de 1860 acompañado por Fray Mamerto y los presbíteros Victoriano Tolosa y Moisés Araoz, y llegó a Paraná el 23 de mayo.
¿Desde cuándo existía esa amistosa relación suya con Esquiú? A partir de 1850 ambos se habían desempeñado como profesores en el Colegio Patriótico Federal Nuestra Señora de la Merced, enseñando Esquiú filosofía y Segura, matemáticas. Pese a la diferencia de edad, Segura era 23 años mayor, indudablemente se estableció entre ambos una respetuosa y cordial amistad”.
Llegados a Paraná, el 2 de junio Segura prestó juramento en el salón principal del Ministerio de Culto ante el ministro del ramo doctor José Severo de Olmos, y al día siguiente tomó posesión de su sede. (Armando Raúl Bazán. Esquiú apóstol y ciudadano. Emecé, Buenos Aires, 1996, págs. 87 y 88).
Su primer trabajo en Cancillería
El 18 de diciembre de 1859, el Delegado Apostólico, monseñor Mariano Marini, desde la ciudad de Paraná firma la autorización para que Fray Mamerto Esquiú sea secretario del obispo José Gabriel Segura y Cubas, quien el día 5 de junio de 1860 lo designó secretario de cámara y gobierno.
La primera documentación elaborada y firmada por Esquiú y el obispo, son las notas donde se les comunica a los gobernadores de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe que monseñor Segura asumió el cargo de obispo, cuya jurisdicción eclesiástica comprendía a estas provincias.
Algunas voces autorizadas dicen que la primera Carta Pastoral del obispo de la Diócesis de Paraná, cuenta este autor, de fecha 21 de agosto de 1860, fue elaborada por Fray Mamerto Esquiú.
Al ser una diócesis nueva se debía redactar y poner en vigencia prácticamente todo, entonces la labor administrativa del secretario Esquiú fue intensa y fundacional.
El obispo Segura y Cubas, nacido en La Tercena, llevó a dos hombres eficientes y de su total confianza para desempeñar sus funciones como obispo de Paraná: como secretario designó a Fray Mamerto Esquiú, un hombre nacido en La Callecita de Piedra Blanca y a otro hombre nacido en El Hospicio de San Antonio, el presbítero Victoriano Tolosa, a quien designó como cura de la Catedral. Tres hombres catamarqueños, tres sacerdotes nacidos en el viejo departamento Piedra Blanca, gobernaban la diócesis paranaense.
“En numerosas cartas a su hermano Odorico Antonio, el Padre Esquiú le cuenta muchos pormenores de su actividad, sus sentimientos, sus deseos de regresar a su provincia norteña y pone de manifiesto que en el Litoral sentían cierta animosidad hacia ellos, especialmente de parte de la clase alta y de la clase dirigente.
En el Archivo General de la Nación, se puede leer una carta, fechada en la ciudad de Paraná, el 19 de junio de 1860, en la que el canónigo Miguel Vidal le escribe a Domingo Ereñú, quien era protonotario apostólico, donde le manifiesta: “El señor Segura tampoco se apura mucho. Es un señor muy calmoso y él y su secretario duermen mucho, y por consiguiente duerme el Obispado. Mal ojo tiene el Sr. Urquiza – presidente de la Confederación – para elegir obispo”. (Archivo General de la Nación. Sala VII, Archivo Urquiza, tomo 203, folio 10).
Luego de cuatro meses de intenso trabajo, Fray Mamerto Esquiú presenta su renuncia al cargo de secretario a su amigo, el obispo Segura y Cubas, y poco tiempo después regresa a Catamarca, luego de haber sentado las bases para el funcionamiento de la Diócesis de Paraná.
Reseñas de su muerte
El Santo Obispo Esquiú falleció el día 10 de Enero de 1883, en la Posta “El Suncho” (Pcia. De Catamarca).
“Ha muerto no sólo un gran pastor, sino un gran hombre, que iluminó con sus prodigiosos talentos y con la luz de sus conocimientos profundos, el claustro, la Cátedra Sagrada [...] el humilde entre los humildes, que vivía más humildemente aún, ha expirado en un lugar humilde, solitario, privado de todo recurso, rodeado por el misterioso silencio del desierto” (El Eco de Córdoba, 12-1-1883).
“Los buenos se van y cuando los buenos se van es porque algo serio nos prepara la providencia para los malos”. (El Ferrocarril, Mendoza, 31-3-1883).
“La humildad, la pobreza, el desinterés, la castidad, el sacrificio, el amor al prójimo, la obediencia; las privaciones y los dolores impuestos a su existencia física. Todo ese conjunto que ha prescripto el rito y que pocos tienen presente, estaba encarnado en el fraile catamarqueño”. (El Diario de Buenos Aires, 31-1-1883).
Comprobado un milagro para su canonización
Hasta aquí su paso por nuestra casa y ¿ahora que sabemos de la causa de su beatificación?
Al respecto, Mario Vera, quien integra la comisión pro canonización de Fray Mamerto Esquiú, contaba que “La causa está en un estado prácticamente terminado, todo lo que es el proceso de beatificación está terminado”. “Falta un milagro comprobado”.
Y resaltó que han tenido una enorme alegría el pasado 14 de noviembre, porque se reunieron en Roma los principales peritos oncológicos para analizar un posible milagro en Tucumán. “La madre invoca a Fray Mamerto Esquiú y pone una reliquia del Siervo de Dios en la pierna izquierda de su hija (una nena de 2 años en ese momento con cáncer en una pierna izquierda) y a los diez días se sana”. “Este es el posible milagro que se está estudiando”.
“La comisión de peritos determinó que no tiene explicación científica”. “Ahora se tiene que corroborar que la mamá al momento de invocar a Dios por intercesión de Fray Mamerto Esquiú por la curación de su hija solamente haya invocado a Fray Mamerto Esquiú”.
Hay muchísimo de Fray Mamerto que se podría decir, pero esta noticia hoy nos llena el alma, a todos los que tenemos fe y sobre todo a los catamarqueños.
Tres canonizables en Paraná
Con este nuevo Beato ya son tres los que pisaron nuestro suelo, que vivieron en Paraná un tiempo de su vida, el hoy Venerable Fray Mamerto, el Beato Juan Pérez Rodríguez beatificado el 28 de octubre de 2007 por Benedicto XVI y la Madre Catalina de María Rodríguez fundadora de las esclavas, beatificada el 25 de noviembre de 2017 por el papa Francisco.