El Evangelio nos presenta la resurrección de Lázaro.
En él, como en los otros personajes, tenemos retratada la condición de la humanidad y la posibilidad de salvación que Cristo nos trae con su palabra y su persona. La dimensión cósmica del pecado –no sólo personal y colectiva como en los casos anteriores– se extiende a la humanidad misma que está marcada por la muerte. Hay una honda participación en esta condición mortal que Lázaro representa.
La salvación de Cristo, para ser salvación cumplida, tiene que ser una salvación total, que abarque el misterio de la existencia y abrace incluso la condición de la persona en su integridad; tiene que ser más aún que en el caso de Lázaro -cuya vuelta a la vida es en realidad efímera- como en el caso de Jesús que resucita glorioso y triunfante de la muerte. Entonces, en el milagro de la resurrección de Lázaro, el más grande de los signos del poder de Jesús, antes de su propia resurrección, aparece la dimensión total de la salvación.
La salvación es vida, vida que vence la muerte. Es resurrección; no sólo la de un muerto que vuelve a la vida efímera y que poco más tarde volverá a morir, como sucederá a Lázaro, sino como acontece con Jesús en su resurrección gloriosa.
Ante el sepulcro de Lázaro, y ante todos los sepulcros de este mundo, ante el temor de la muerte y ante todas las muertes, físicas y espirituales, se yergue majestuosa la persona de Cristo que se autoproclama: Yo soy la resurrección y la vida.
Finalmente el Bautismo es “palingénesis”, regeneración, misterio de muerte y de vida. En el Bautismo hemos pasado de la muerte a la vida y somos hechos hombres nuevos, muriendo al hombre viejo para vivir del Espíritu del Resucitado.
Para los catecúmenos, se celebra el tercer escrutinio
Nos acercamos a la Semana Santa
El Bautismo es el sacramento de la regeneración. La Penitencia es el segundo Bautismo: el Bautismo de las lágrimas. (San Gregorio Nacianceno: Youcat 135). Dice el Papa Francisco:
“Queridos amigos, celebrar el sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre. Recordemos la hermosa, hermosa parábola del hijo que se marchó de su casa con el dinero de la herencia; gastó todo el dinero, y luego, cuando ya no tenía nada, decidió volver a casa, no como hijo, sino como siervo. Tenía tanta culpa y tanta vergüenza en su corazón. La sorpresa fue que cuando comenzó a hablar, a pedir perdón, el padre no le dejó hablar, le abrazó, le besó e hizo fiesta. Por eso yo os digo: cada vez que nos confesamos, Dios nos abraza, Dios hace fiesta. Sigamos adelante por este camino”.
Les ofrezco un examen de conciencia. A continuación las 30 preguntas propuestas por el Papa Francisco para hacer una buena confesión.
Examen de Conciencia
En relación a Dios
1. ¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad?
2. ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta?
3. ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración?
4. ¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos?
5. ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico?
6. ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago?
7. ¿Me revelo contra los designios de Dios?
8. ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?
En relación al prójimo
9. ¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo?
10. ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras?
11. ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos?
12. ¿Soy envidioso, colérico, o parcial?
13. ¿Me avergüenzo de la “carne” de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos?
14. ¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte?
15. ¿Incito a otros a hacer el mal?
16. ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio?
17. ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos?
18. ¿Honro a mis padres?
19. ¿He rechazado la vida recién concebida?
20. ¿He colaborado a hacerlo?
21. ¿Respeto el medio ambiente?
En relación a mí mismo
22. ¿Soy un poco mundano y un poco creyente?
23. ¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso?
24. ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes?
25. ¿Cómo utilizo mi tiempo?
26. ¿Soy perezoso?
27. ¿Me gusta ser servido?
28. ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones?
29. ¿Nutro venganzas, alimento rencores?
30. ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz?