Cada septiembre la Parroquia Inmaculado Corazón de María de Bajada Grande se viste de fiesta, y no solo por la Procesión Náutica de la que es harto conocida y convocante.
Es el mes de la Virgen, del paseo de las ermitas por el barrio, del tiempo en que se intensifican las misas en los lugares emblemáticos de este lugar de la ciudad, cuna de los primeros pobladores, lugar de las famosas canteras de cal y dueño de uno de los paisajes más lindos de Paraná.
No es raro que hable de este lugar y aunque no soy bajadense por nacimiento lo soy ahora por adopción.
Como la historia de los lugares y de la fe son los que me motivan para escribir, hace tiempo que vengo pensando en rescatar la historia de este horno de cal que tenemos en el barrio y que todos conocemos como la Virgen del Camino.
Zona de yacimientos de calíferos
Desde los inicios del poblamiento español, sabemos que la zona era rica en yacimientos calíferos para fabricar cal y yeso tan importante para la construcción.
Pasaron algunos años hasta que se dieron cuenta de la riqueza del suelo, ya que la fertilidad de los campos, la abundancia de agua, el ganado libre para ser utilizado y consumido fue lo que primero descubrieron.
Fueron los Padres jesuitas quienes usaron por primera vez estos yacimientos para luego exportarlos a Santa Fe, Corriente, Buenos Aires y Asunción.
Nos cuenta el Profesor Cesar Blas Pérez Colman en su obra Entre Ríos Historia 1520- 1810, que el Padre Parras, Visitador de la Orden de San Francisco, en su viaje a Asunción pasó por la Bajada y su barco cargo cien sacos de cal para llevar a Asunción.
No había bolsas en esa época y se usaban los cueros de toro para empaquetar los productos. Cuenta la historia que muchas veces se llenaban de bichos y había que cambiar los cueros, pero ese es otro tema. Los jesuitas usaban este material por ser el más barato e impermeable a la humedad.
Según este informe del padre Parras de su viaje en 1753, existían ya en la Baxada esta industria desde el siglo XVII a raíz de la traslación de Santa Fe y el asiento de los pobladores en la otra banda.
Entre los siglos XVIII y XIX las más importantes fábricas pertenecían a los Señores Larramendi, quienes arrendaban sus terrenos a otros industriales como Ventura Rams, Antonio Dávila, Fernández de la Puente, Salvador de Ezpeleta, Camilo Idoate, Pedro Otaño, Juan Garrigos, Francisco Javier Crespo, Francisco Antonio Candioti, entre otros. En 1809 alcanzaba a once el número de estas industrias, que después crecieron mucho más.
Llega el tren y la Portland
El 16 de Octubre de 1896 se inauguró un muelle construido por la empresa del FFCC Central de Entre Ríos (ahora FFCC Gral. Urquiza). El movimiento portuario se acrecienta sobre todo por la exportación de cereales, llegando a trabajar 100 personas por día en el cargamento de los barcos. Se acrecentó la población y fue necesario la creación de la escuela primaria en 1895 y en 1899 la estafeta de correos.
El barrio siguió creciendo y viene otra gran empresa a instalarse en la zona para seguir explotando estas canteras. La Fábrica de Cemento Portland “San Martín”. Empezó a funcionar a principios de 1938 con un importante criterio de autoabastecimiento: producía su propia agua potable y gran parte de la energía que ocupaba (poseía una usina propia). En la Portland trabajaban alrededor de 320 personas.
En el despacho de cemento se utilizaban los llamados "Changarines", jornaleros que trasbordaban cemento de un camión a otro; además en tareas de limpieza y desmalezado de los alrededores de la fábrica, y en otras tareas rutinarias.
Estos changarines también hacían las cargas del cemento a barcazas y barcos para el transporte fluvial, en épocas pasadas hubo despachos a distintos puntos de nuestro país e incluso exportaciones a países limítrofes.
El sector comprendido entre calles Estrada, Larramendi, Croacia y Anacleto Medina había sido elegido en la primera mitad del siglo XX por su ubicación cercana al río, en el mayor yacimiento de conglomerado calcáreo entrerriano.
El horno de cal de la Avenida transfigurado
En 1992 Loma Negra adquiere el control de Cemento Portland San Martin, esto solo a nivel informativo porque de aquí lo que nos interesa es el horno de Cal sobre avenida Larramendi.
Hablando con el padre Orlando, recuerda que cuando el vino a la parroquia ya no se usaba ese horno y por eso en la preparación de la fiesta de 1978 se empezó a rezar el rosario en ese lugar y el 24 de noviembre del año siguiente se colocó el Rosario del Camino, donado por la familia de Héctor Pereyra en avenida Larramendi.
También pude hablar con Lalo Acosta, vecino de la parroquia y trabajador de toda la vida de la Portland quien me conto que siempre fue de esa empresa el horno.
Y se transforma en ermita
De ahí en más todos los primeros sábados de mes se rezaba el rosario, lo dirigía la servidora Ana Lidia de Rossi. En otro momento Margarita de Lederhos marchando en peregrinación hasta el lugar todos los días 15 de mes. En 1987 Perla de Scattini y Pina de Pereyra los días jueves a las 18 hs, cuenta la historia de la Parroquia.
El tiempo siguió pasando, las procesiones de la parroquia en algunos momentos lo tomaron como referente lugar de salida, lugar de misas, de rezar el rosario.
Desde el año pasado un grupo de encargados de ermita tomo el compromiso de rezar el rosario allí todos los viernes por la tarde y ahí los pueden ver, infaltables a esa hora. También desde la Parroquia de Guadalupe se oficia misa los segundos viernes de mes.
Los caminos de Dios son insondables, quien diría que este lugar de trabajo hoy abandonado, un poco deteriorado sigue siendo un lugar de oración, de hacer un alto en el camino para pedirle a la Virgen lo que más necesitamos. Hasta aquí mi pequeño aporte a otro rincón de este barrio tan de María.