El 20 de marzo de 1983 llegaba a Paraná Mons. Estanislao Esteban Karlic, próximo a cumplir los cuarenta años en esta tierra, ahora suya por adopción.

Biografía

Nacido el 7 de febrero de 1926 en Oliva, Córdoba, hijo de dos inmigrantes croatas, Juan Karlic,  hijo de Estanislao y Catalina Karlic. Y la madre, Milka Emilia Mavric, hija de Esteban Mavric y Margarita Zapzurunic.

Todos de Grizane, en Croacia. Primero llegó al país el padre, como polizón en un barco, y después la mamá, y en el medio ocurrió la muerte del primogénito de la familia, en Croacia: Juan Karlic.

Pero después de la muerte del primer hijo, nacerían otros tres, de los cuales dos se entregarían a la vida religiosa. Estanislao, llamado como su abuelo y sus hermanas Catalina y Milka.

Arzobispo de Paraná durante dos décadas, entre 1983 y 2003, presidió el Episcopado en dos períodos consecutivos, y en 2007, con 81 años se convirtió en Cardenal.

Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Montserrat de la ciudad de Córdoba. Allí recibió el premio Duarte Quirós al mejor bachiller de su promoción.

Después de realizar un año de estudios de Derecho en la Universidad de Córdoba, ingresó en 1947 en el Seminario de Córdoba para ser sacerdote. En 1948 fue enviado a Roma para estudiar Filosofía y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana.

Fue ordenado sacerdote en Roma el 8 de diciembre de 1954. Entre 1955 y 1963 ejerció el ministerio y la actividad docente en Argentina, especialmente en el Seminario de Córdoba.

En 1965 se doctoró en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Desde entonces ejerció su ministerio en la Arquidiócesis de Córdoba y fue profesor en el Seminario de dicha diócesis, en la Facultad de Teología de Buenos Aires y en la Universidad Católica de Córdoba, además de otros institutos de formación.

El 6 de junio de 1977 fue preconizado Obispo Auxiliar de Córdoba y titular de Castro. El 15 de agosto de ese mismo año fue consagrado Obispo en la Catedral de Córdoba por el Cardenal Raúl Primatesta.

Su historia en Paraná

El 19 de enero de 1983 fue elegido Arzobispo Coadjutor de Paraná y Administrador Apostólico Sede Plena. Asumió el 20 de marzo de 1983.

Debió ir haciéndose cargo de muchas funciones por la enfermedad de su antecesor, a quien sucedió en 1986. Entre sus aportes reconocidos en el nivel internacional está el haber sido uno de los pocos obispos a quienes el Papa Juan Pablo II encomendó redactar el Catecismo de la Iglesia Católica, una de las piedras fundamentales de su pontificado.

“A los 30 años de este don del episcopado es realmente cantar gloria al señor”, dijo Karlic al recordar las tres décadas como obispo. “Si la vida es estar siempre agradeciendo a Dios, empezando por el regalo de la vida, a los 30 años de este don del episcopado es realmente cantar gloria al señor, los años nos tienen que ir madurando en el agradecimiento. Qué importante es hacerse cargo de esto no, siempre estamos recibiendo para dar. No tenemos derechos a tener nada, como hace Dios, Padre y Espíritu Santo. Los cristianos tenemos que compartir, y lo tenemos que compartir desde adentro a los dones de Dios. 30 años compartiendo el evangelio, la vida en la gracia, compartiendo la relación de amor de hermanos que tenemos que tener”. (El Diario)

Mis recuerdos de trabajar con él

Desde su llegada, se reactivó y reorganizó el orden interno del trabajo en la curia. Venía lleno de nuevas energías, para redistribuir y ordenar la casa, la curia, la diócesis. Muchísimos los decretos, organizando la vida de las parroquias, las delegaciones diocesanas, la relación con los organismos y asociaciones nacionales e internacionales. El archivo fue uno de sus proyectos mimados.

Su trabajo era sin horario, sin feriados y jamás lo escuche quejarse, siempre tenía tiempo entre una y otra audiencia, para escuchar y acompañar al necesitado.

Venia temprano a la curia y veces desayunaba con nosotros su té de manzanilla y galletita de agua, frugal hasta el extremo. Y cada fin de año en la misa con el personal de la curia, agradecía a cada uno en forma especial el trabajo realizado como si fuera el más importante del mundo.

La despedida

“Pido perdón a Dios y a todos ustedes si oscurecí o callé el Evangelio cuando debí proclamarlo, si no abrí mi corazón para no comunicar la vida de la Gracia a los pobres, a los enfermos y a los pecadores, y si no viví y enseñé la ley del amor que resume la voluntad de Dios a los que eran esclavos del odio”. Recuerda una entrevista del diario de Paraná  de julio de 2003.

Ese día llegó a la ciudad a tomar posesión del cargo de nuevo arzobispo el santafesino Mario Luis Bautista Maulión, un recambio institucional que cerró un período extensísimo, de casi dos décadas. Un año antes, en agosto de 2002, Karlic fue agasajado por sus pares del Episcopado en una emotiva celebración en Paraná con motivo de los 25 años de su ordenación episcopal.

Fue cuando todavía ejercía la presidencia del Episcopado, y se llevó a cabo en la Iglesia Catedral de Paraná. Era también una despedida, doble: a fin de ese año concluía su segundo mandato como presidente del Episcopado, sin posibilidad de reelección.

Remembranza íntima

Muchos fueron los proyectos, los sueños, las perdidas, las angustias y las alegrías que acompañaron su vida en este largo camino recorrido. No quiero extenderme a recordar su vida o su trabajo público que los medios han dado siempre a conocer.

En este nuevo aniversario, hablo de su vida diaria, su trabajo en la curia, su generosidad inmensa y sin medida de darse siempre.

En la actualidad, en su nueva casa en el Monasterio de las Hermanas, habla constantemente de su familia, sobre todo de su madre, de sus años de niño allá en Oliva. Del amor, de lo que se entrega a los que tenemos cerca. Ha sido siempre un testimonio vivo de ese amor de Dios.

Los que pudimos trabajar y compartir con él muchas horas, durante mucho tiempo, podemos dar fe de su sencillez, su humildad, su desapego por lo material.

Su paciencia infinita y amabilidad al dar una corrección fraterna. Su agradecimiento constante a las tareas que uno debía realizar por su trabajo cotidiano y que siempre valoraba.

Su cercanía en los momentos de dolor aunque estuviera del otro lado del mundo. Sus ganas de hacer cosas, de seguir proyectando y proponiendo actividades a concretar y acaba de cumplir 97 años.

La vida me ha dado la posibilidad de volver a estar cerca en este tiempo para recordar y valorar todas las vivencias compartidas. Su vida un poco más tranquila ahora en el Monasterio de las Benedictinas, sigue siendo plena de actividades, de visitas constantes, de rezar y rezar la liturgia de las horas, el rosario, la misa diaria que celebra en la capilla. Acompañado siempre por Haydee, que lo cuida de sol a sol, se puede decir.

Rodeado de un entorno privilegiado de naturaleza, pero no aislado del mundo. Siempre preocupado por el país, por la guerra, en fin por las noticias nuestras de cada día.

Con el achaque propio de su edad y las enfermedades, tiene siempre esa sonrisa, el  gesto amable, el buen humor y la confianza ciega en lo que Dios tiene preparado para él.

De una entrevista de Aica del cumpleaños pasado rescato su reflexión "Esta es la verdadera tradición, la verdadera historia que debe enriquecer y dignificar la vida de todos los hombres, porque para todos los hombres la Iglesia es sacramento de salvación. Quiera Dios que haya podido ser útil con mi pequeñez, con mi servicio, y así haber servido en este paso de la Iglesia por la historia".

Para finalizar, deseó que la historia "sea cada día más una historia de santidad como quiere el Señor", extendiendo su anhelo para todos los obispos: "Quiera el Señor que podamos ser verdaderamente santificación del mundo como Iglesia, y los obispos como servidores en el mundo, aquí, ahora, y cada día más".

En este nuevo aniversario de su llegada a la Iglesia de Paraná, mi pobre y humilde recordatorio.

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