Francisco nos regaló 20 Catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, ese Libro Sagrado escrito por Lucas que cuenta la historia de la primera Comunidad Católica. Lo hace bajo una perspectiva interesante: ayudarnos a descubrir nuestra propia fe como un viaje protagonizado por la Palabra y el Espíritu.

Quiero invitarte a dejarte enseñar por nuestro Papa. Para eso le puse un título a cada catequesis y copié sólo un párrafo significativo. Lo importante: el enlace a la página del Vaticano desde la cual podrás leer cada catequesis completa.

Creo que es muy bueno volver continuamente a este libro escrito hace casi dos mil años. Porque ahí se tocan los mismos temas que hoy vivimos los creyentes. Es que, en ese y este momento, se trata de lo mismo: vivir en plenitud como creyente, hacer el viaje del Evangelio en mi mundo cotidiano.

1.- El viaje de la Palabra y el Espíritu

Hoy comenzamos una serie de catequesis sobre el Libro de los Hechos de los Apóstoles. Este libro bíblico, escrito por San Lucas Evangelista, nos habla del viaje, de un viaje: pero, ¿de qué viaje? Del viaje del Evangelio en el mundo y nos muestra la maravillosa unión entre la Palabra de Dios y el Espíritu Santo que inaugura el tiempo de la evangelización. Los protagonistas de los Hechos son realmente una “pareja” viva y efectiva: la Palabra y el Espíritu... (Catequesis completa desde este enlace)

2.- La recomposición de la comunidad de los 12

Todo comienza a partir de la resurrección de Cristo. Este, efectivamente, no es un evento entre otros, sino la fuente de una nueva vida. Esa primera comunidad estaba formada por 120 hermanos y hermanas, más o menos: un número que lleva dentro de sí el 12, emblemático para Israel, porque representa a las doce tribus, y emblemático para la Iglesia, por los doce apóstoles elegidos por Jesús. Pero ahora, después de los dolorosos eventos de la Pasión, los apóstoles del Señor, ya no son doce, sino once... (Catequesis completa desde este enlace)

3.- La Unción del Espíritu

La Iglesia nace del fuego del amor y de un “incendio” que se propaga en Pentecostés y que manifiesta la fuerza de la Palabra del Resucitado imbuida del Espíritu Santo. La Alianza nueva y definitiva ya no se funda en una ley escrita en tablas de piedra, sino en la acción del Espíritu de Dios que hace nuevas todas las cosas y se graba en corazones de carne... (Catequesis completa desde este enlace)

4.- El signo de la Primera Comunidad

Lo extraordinario se vuelve ordinario y la vida cotidiana se convierte en el espacio de la manifestación de Cristo vivo. El evangelista Lucas nos lo cuenta mostrándonos la iglesia de Jerusalén como el paradigma de cada comunidad cristiana, como el ícono de una fraternidad que fascina y que no debe mitificarse pero que tampoco hay que minimizar. El relato de los Hechos deja que miremos entre las paredes de la domus (casa) donde los primeros cristianos se reúnen como familia de Dios, espacio de koinonia, es decir, de la comunión de amor entre hermanos y hermanas en Cristo. Vemos que viven de una manera precisa: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hechos 2, 42)... (Catequesis completa desde este enlace)

5.- Signos y prodigios

En los Hechos de los Apóstoles, la predicación del Evangelio no se basa sólo en palabras, sino también en acciones concretas que dan testimonio de la verdad del anuncio. Son “prodigios y señales” (Hechos 2, 43) que suceden por obra de los Apóstoles, confirmando su palabra y mostrando que actúan en nombre de Cristo. Así sucede que los Apóstoles interceden y Cristo obra, actuando “junto con ellos” y confirmando la Palabra con los signos que la acompañan (Marcos 16, 20). Tantas señales, tantos milagros que los Apóstoles hicieron fueron precisamente una manifestación de la divinidad de Jesús... (Catequesis completa desde este enlace)

6.- La experiencia de la Koinonía

Existe un dinamismo de solidaridad que edifica a la Iglesia como familia de Dios, donde resulta central la experiencia de la koinonía. ¿Qué quiere decir esta palabra extraña? Es una palabra griega que quiere decir “poner en comunión”, “poner en común”, ser como una comunidad, no aislados. Esta es la experiencia de la primera comunidad cristiana, es decir, poner en comunión, “compartir”, “comunicar, participar”, no aislarse. En la Iglesia de los orígenes, esta koinonía, esta comunidad nos lleva, sobre todo, a la participación del Cuerpo y la Sangre de Cristo... (Catequesis completa desde este enlace)

7.- Signos y reacciones

La comunidad eclesial descrita en el libro de los Hechos de los Apóstoles vive de las muchas riquezas que el Señor pone a su disposición (¡el Señor es generoso!), experimenta un crecimiento numérico y un gran fermento, a pesar de los ataques externos. Para mostrarnos esta vitalidad, Lucas señala también lugares significativos, como el pórtico de Salomón (cf. Hechos 5, 12), lugar de encuentro de los creyentes. El pórtico (stoà) es una galería abierta que sirve como refugio, pero también como lugar de encuentro y testimonio... (Catequesis completa desde este enlace)

8.- Obedecer primero a Dios

Los Apóstoles son los “megáfonos” del Espíritu Santo, enviados por el Resucitado para difundir con prontitud y sin vacilación la Palabra que da la salvación. Y realmente esta determinación hace temblar el “sistema religioso” judío, que se siente amenazado y responde con violencia y condenas a muerte. La persecución a los cristianos es siempre la misma: las personas que no quieren el cristianismo se sienten amenazadas y así dan muerte a los cristiano... (Catequesis completa desde este enlace)

9.- Los problemas en la comunidad

La comunidad no acogía solo a los judíos, sino también a los griegos, es decir, personas procedentes de la diáspora, no judíos, con su propia cultura y sensibilidad y con otra religión. Hoy, nosotros decimos “paganos”. Y los recibían. Esta co-presencia determina equilibrios frágiles y precarios; y ante las dificultades brota la “cizaña”. ¿Y cuál es la peor cizaña que destruye una comunidad? La cizaña de la murmuración, la cizaña del chismorreo: los griegos murmuran por la desatención de la comunidad hacia sus viudas... (Catequesis completa desde este enlace)

10.- Atizado el fuego de la evangelización

La persecución, en lugar de apagar el fuego de la evangelización, lo atiza todavía más. Hemos escuchado lo que hizo el diácono Felipe que comienza a evangelizar las ciudades de Samaría, y son numerosos los signos de liberación y sanación que acompañan el anuncio de la Palabra. Entonces, el Espíritu Santo marca una nueva etapa en el camino del Evangelio: empuja a Felipe a salir al encuentro de un forastero que tiene el corazón abierto a Dios. Felipe se levanta y parte decidido y, en un camino desierto y peligroso, se encuentra con un alto funcionario de la Reina de Etiopía, administrador de sus tesoros... (Catequesis completa desde este enlace)

11.- La conversión de Saulo

El joven Saulo es retratado como un intransigente, es decir, uno que manifiesta intolerancia con los que piensan diferente a él, absolutiza su propia identidad política o religiosa y reduce al otro a un enemigo potencial contra quien combatir. Un ideólogo. En Saulo la religión se había transformado en ideología: ideología religiosa, ideología social, ideología política. Sólo después de ser transformado por Cristo enseñará que la verdadera batalla “no es contra la carne y la sangre, sino contra [...] los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal” (Ef 6,12). Enseñará que no debemos luchar contra las personas, sino contra el mal que inspira sus acciones... (Catequesis completa desde este enlace)

12.- Los paganos también son invitados

El viaje del Evangelio en el mundo, que San Lucas relata en los Hechos de los Apóstoles, va acompañado de la creatividad suprema de Dios que se manifiesta de manera sorprendente. Dios quiere que sus hijos superen todo particularismo para abrirse a la universalidad de la salvación. Este es el objetivo: superar los particularismos y abrirse a la universalidad de la salvación, porque Dios quiere salvar a todos. Los renacidos por el agua y el Espíritu (los bautizados) están llamados a salir de sí mismos y a abrirse a los demás, a vivir la cercanía, el estilo de vivir juntos, que transforma toda relación interpersonal en una experiencia de fraternidad... (Catequesis completa desde este enlace)

13.- El rito de iniciación cristiana

Este viaje comienza después de una fuerte persecución (cf. Hch 11,19); pero esta, en vez de ser un compás de espera para la evangelización, se convierte en una oportunidad para ampliar el campo donde sembrar la buena semilla de la Palabra. Los cristianos no se asustan. Deben huir, pero huyen con la Palabra, y la difunden por todas partes. Pablo y Bernabé llegaron primero a Antioquía de Siria, donde se quedan un año entero para enseñar y ayudar a la comunidad a echar raíces (cf. Hch 11,26). Anunciaban a la comunidad judía, a los judíos. Antioquía se convierte así en el centro de propulsión misionera, gracias a la predicación con la que los dos evangelizadores (Pablo y Bernabé) llegan a los corazones de los creyentes, que aquí, en Antioquía, son llamados por primera vez “cristianos” (cf. Hch 11, 26)... (Catequesis completa desde este enlace)

14.- La entrada a Europa

Leyendo los Hechos de los Apóstoles se puede ver cómo el Espíritu Santo es el protagonista de la misión de la Iglesia: es Él quien guía el camino de los evangelizadores mostrándoles el camino a seguir. Lo vemos claramente cuando el apóstol Pablo, llegado a Tróada, tiene una visión. Un macedonio le suplica: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hechos 16, 9). El pueblo de Macedonia del Norte está muy orgulloso de esto, muy orgulloso de haber llamado a Pablo para que Pablo fuera a anunciar a Jesucristo... (Catequesis completa desde este enlace)

15.- La inculturación del mensaje

Pablo decide familiarizarse con la ciudad y así comienza a frecuentar los lugares y las personas más significativas. Va a la sinagoga, símbolo de la vida de fe; va a la plaza, símbolo de la vida urbana; y va al Areópago, símbolo de la vida política y cultural. Conoce a judíos, filósofos epicúreos y estoicos, y muchos otros. Trata con toda la gente, no se encierra, va a hablar con toda la gente. De este modo, Pablo observa la cultura y observa el ambiente de Atenas “desde una mirada contemplativa” que descubre “al Dios que habita en sus hogares, en sus calles y en sus plazas”. Pablo no mira a la ciudad de Atenas y al mundo pagano con hostilidad, sino con los ojos de la fe... (Catequesis completa desde este enlace)

16.- La hospitalidad evangelizadora

La casa de Áquila y Priscila en Corinto abre sus puertas no sólo al Apóstol sino también a los hermanos y hermanas en Cristo. En efecto, Pablo puede hablar de la “comunidad que se reúne en su casa” (1Cor 16,19), que se convierte en una “casa de la Iglesia”, una “domus ecclesiae”, lugar de escucha de la Palabra de Dios y de celebración de la Eucaristía. También hoy en algunos países donde no hay libertad religiosa y no hay libertad para los cristianos, los cristianos se reúnen en una casa, algo escondidos, para rezar y celebrar la Eucaristía. También hoy existen estas casas, estas familias que se convierten en un templo para la Eucaristía... (Catequesis completa desde este enlace)

17.- La fe y la magia

La potencia de Dios que irrumpe en Éfeso desenmascara a los que quieren usar el nombre de Jesús para hacer exorcismos sin tener la autoridad espiritual para ello (cf. Hch 19,13-17), y revela la debilidad de las artes mágicas, que son abandonadas por un gran número de personas que eligen a Cristo y abandonan las artes mágicas (cf. Hch 19, 18-19). ¡Una auténtica sacudida para una ciudad como Éfeso, que era un centro famoso para la práctica de la magia! Lucas enfatiza así la incompatibilidad entre la fe en Cristo y la magia. Si eliges a Cristo no puedes recurrir al mago: la fe es abandono confiando en las manos de un Dios fiable que se da a conocer no mediante prácticas ocultas, sino por revelación y con amor gratuito... (Catequesis completa desde este enlace)

18.- La persecución al creyente

La llegada del apóstol a Jerusalén, descrita en el capítulo 21 de los Hechos, desencadena un odio feroz hacia él, que le reprochan: “¡Pero éste era un perseguidor! ¡No se confíen!”. Como lo fue para Jesús, Jerusalén también es una ciudad hostil para él. Cuando fue al templo, lo reconocieron, lo sacaron para lincharlo y fue salvado in extremis por los soldados romanos. Acusado de enseñar contra la Ley y el Templo, fue arrestado y comenzó su peregrinaje como prisionero, primero ante el sanedrín, luego ante el procurador romano en Cesarea y finalmente ante el rey Agripa. Lucas destaca la similitud entre Pablo y Jesús, ambos odiados por sus adversarios, acusados públicamente y reconocidos como inocentes por las autoridades imperiales; y así Pablo se asocia con la pasión de su Maestro, y su pasión se convierte en un evangelio vivo... (Catequesis completa desde este enlace)

19.- La prueba del naufragio

El libro de los Hechos de los Apóstoles, en su última parte, nos dice que el Evangelio continúa su camino no sólo por tierra sino también por mar, en una nave que lleva a Pablo, prisionero de Cesarea a Roma (cf. Hch 27,1-28,16), al corazón del Imperio, para que se cumpla la palabra del Resucitado: “Serán mis testigos... hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8). Lean el libro de los Hechos de los Apóstoles y verán como el Evangelio, con la fuerza del Espíritu Santo, llega a todos los pueblos, se vuelve universal. Tómenlo. Leánlo. La navegación, desde el principio, halla condiciones desfavorables. El viaje se vuelve peligroso... (Catequesis completa desde este enlace)

20.- El viaje del Evangelio

El viaje de Pablo, que ha sido uno con el del Evangelio, es una prueba de que las rutas de los hombres, si se viven en la fe, pueden convertirse en un espacio de tránsito de la salvación de Dios, a través de la Palabra de fe que es un fermento activo en la historia, capaz de transformar las situaciones y de abrir caminos siempre nuevos. Con la llegada de Pablo al corazón del Imperio, termina el relato de los Hechos de los Apóstoles, que no se cierra con el martirio de Pablo, sino con la siembra abundante de la Palabra. El final del relato de Lucas, centrado en el viaje del Evangelio en el mundo, contiene y recapitula todo el dinamismo de la Palabra de Dios, Palabra imparable que quiere correr para comunicar la salvación a todos... (Catequesis completa desde este enlace)

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