Cada 16 de julio se cumple nuevamente un aniversario de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Itatí. Una imagen tan querida por mi desde mi infancia y lugar obligado de visita para todos los correntinos.
Esta Virgen, esta imagen especialmente tiene una historia plagada de misterios. Desde su aparición y a lo largo de su presencia en el hermoso lugar donde se alza este majestuoso santuario.
La misteriosa imagen de Itatí
Esta imagen, cuyo cuerpo fue tallado en timbó y su rostro en nogal, mide un metro veintiséis centímetros de altura. Representa una Virgen de cabello negro, de pie sobre una media luna, con las manos juntas en posición de oración, con un rosario rodeándolas.
Viste un manto azul, con detalles bordados en dorado y en su cabeza una túnica blanca, sobre la que reposa la corona, rodeada de doce estrellas, que le colocó Mons. Rosendo de Lastra y Gordillo.
Esta imagen ya era venerada cuando fray Luis de Bolaños y fray Alonso de San Buenaventura, abandonando las misiones del Guairá, la trajeron consigo y extendieron su culto entre los que poblaban los dominios del Yaguarón.
Allí, en lo que es hoy Taba Cué, se le construyó un humilde oratorio con las piedras que abundan en el Paraná.
Una irrupción de los indios Comarcanos, del sur del Tebiacuarí, destruyó el oratorio y se llevó la imagen. Hallada en la reducción de Bolaños, en el cuarto de fray Luis Gómez, de donde la volvió a arrebatar un indio principal llamado José, que poseía una chacra cerca del arroyo Yaguarí, en donde sus hijos pequeños, se dedicaban a la pesca.
En una ocasión en que el Paraná bajó, los indiecitos no pudieron hallar pesca en el arroyo. Se fueron hasta el recodo del profundo cauce del río, en las inmediaciones de la Calería. Y frente a la llamada isla Verde, cuál sería el asombro de los indios al divisar sobre una piedra la imagen arrebatada de la Iglesia de la reducción, con su misma indumentaria tallada y el mismo noble y piadoso porte de súplica.
El padre doctrinero fray Luis Gómez fue informado enseguida y organizó el traslado de la imagen de Yaguarí.
Parece que luego del traslado de la imagen a Yaguarí, desapareció sorpresivamente. Tras una afanosa búsqueda fue hallada en el mismo lugar donde la encontraron los hijos del indio José.
Una nueva casa para María
Por otra parte, Yaguarí debía forzosamente trasladarse, ya que su situación se prestaba a los atropellos, mientras que el lugar del hallazgo, por lo alto y abrupto, se prestaba más para la defensa contra las irrupciones.
La Virgen indicó el lugar estratégico, para que su culto no se viera impedido por los continuos sobresaltos que debía experimentar en el viejo Yaguarí.
Santa Ana quedó abandonado, siendo desde entonces conocido con el nombre guaraní de Taba-Cué (que fue pueblo).
La nueva población recibió su bautismo mariano con el nombre de Pueblo de los Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatin. Más tarde fue cambiado por el de Pueblo de la Pura y Limpia Concepción de ltatin por fray Juan de Gamarra.
Coronada y patronazgo de la nueva diócesis
El 16 de Julio de 1900, en el atrio de la Iglesia de la Cruz de los Milagros de la Ciudad de Corrientes, el doctor de Lastra y Gordillo (por ese entonces Obispo de Paraná, Corrientes y Misiones) colocó sobre sus sienes la corona antes comentada. Es la misma que el Papa León XIII bendijera en su capilla del Vaticano.
El 23 de abril de 1918, la Virgen de Itatí, fue proclamada Patrona de la Diócesis de Corrientes, creada en 1910 por el Papa Pío X. Hoy es reconocida como protectora de todo el NEA.
Hasta aquí transcribo un poco de la historia de la imagen perdida y hallada varias veces. Sumamos a esta pérdida, la de su corona robada y desarmada después de la coronación de 1900.
La Corona robada de la Virgen
Que podemos decir de esta corona. Fue hecha por el orfebre francés Fromen Maurice en París, quien hizo al menos parte de la vajilla de plata del Rey Alfonso XII de España, piezas que se exhiben en el Palacio de Oriente de Madrid.
Mons. de la Lastra, obispo de Paraná, la recibió del pueblo correntino para ser colocada en la imagen durante la coronación.
Cuenta la historia respecto de este tema que en el relato de la curia,
“la tirantez (entre la Iglesia y el gobierno) era notoria ya en los días de la coronación en 1900. ¿Saben por qué el obispo mandó robar la corona de la Virgen? era la pregunta. Y la respuesta: “Porque en realidad la corona no es de oro ni de piedras preciosas sino de bronce dorado y piedras falsas”.
Algunos diarios de la época afirmaron “de manera malintencionada” que el robo de la corona en realidad habría sido un auto robo, para que nadie pudiera comprobar los materiales de los que estaba confeccionada.
En medio de las acusaciones cruzadas, tras ser encontrada en el rio, la joya fue trasladada al obispado de Paraná para su refacción. Pero, por pedido de la justicia correntina, se la incautan en un allanamiento al lugar.
Datos de la revista El Litoral
Hasta aquí lo que conocemos por los escritos, pero ¿qué de nuestro archivo Arquidiocesano? Titulado “El despojo de la corona de Itatí. Ukase ridículo, documentos para la historia” encontramos un artículo de la Revista semanal El Litoral, de fecha 29 de julio de 1905. De allí comparto algunos comentarios:
“Dolorosa impresión ha causado en todos los ánimos los recientes acontecimientos que son de dominio público y que han tenido por teatro el palacio episcopal de esta ciudad, donde se conserva la corona de la Virgen de Itatí, de la que la autoridad eclesiástica ha sido despojada por la fuerza pública.
Ante todo debemos hacer constar que la curia Eclesiástica, desde el momento que tuvo conocimiento del exhorto del Juez del crimen de Corrientes, manifestose conforme y pronta a exhibir la corona ante ambos jueces, con el fin de esclarecer más el sumario, si fuese posible, pero de ninguna manera a entregarla, protestando de que solo la entregaría ante la fuerza pública.
El código nacional de procedimientos y el de la provincia de Corrientes solo autorizan al Juez para exigir la entrega de los instrumentos del crimen y nada más…
Porque entonces un simple juez de Provincia se atreve a allanar una casa de la nación, a desconocer la personería jurídica de la Iglesia, dueña absoluta de los objetos de culto y a arrebatarle una corona que ha sido consagrada al culto público y que le pertenece exclusivamente?...
Como puede entonces justificarse este atropello contra la iglesia, desposeyéndola de un objeto sagrado y consagrado al culto público, ¿cuando los jueces no solo no consultan las disposiciones canónicas al respecto, pero ni siquiera las conocen de nombre?
¿Cuando ese secuestro está prohibido terminantemente por las leyes de la iglesia y Pio IX fulmina excomunión contra los detentadores de los bienes eclesiásticos? ¿Cuando esos objetos quedan declarados por la ley fuera del comercio humano?
Por esto la Suprema corte de la Nación dicto en un caso análogo el fallo que se registra en el tomo séptimo, según el cual las cosas destinadas al culto católico no pueden ser embargadas ni enajenadas. Y sin embargo aquí, en esta tierra clásica de la libertad y el derecho, se viene a ejercer el despotismo en nombre de la ley.”
Datos de El Comercio
Del artículo “la Corona” de El Comercio, 5 de agosto de 1905, extraemos datos que informan que después de vaivenes y entorpecimientos episcopales, la corona robada se encuentra en manos del juez Aguilar.
“A las cuatro de la tarde de ayer, en la sala de audiencias del Juzgado del crimen, el Juez doctor Aguilar, asistido por su secretario Sr. Barrientos con la presencia del ajente fiscal doctor Osuna i peritos joyeros…el comisario Airaldi entrego un bulto.”
Qué era eso, qué contenía, dice este artículo. Se sospechaba que podían aparecer muchas cosas menos la corona. Se cortaron los hilos, después el forro de lienzo, las cintas lacradas con los sellos del Obispado.
Estaba allí con todas sus abolladuras, sus piedras saltadas, con las huellas de la violencia producidas por los ladrones. Era de oro, con piedras preciosas de diversos tamaños y peso de un kilo y cincuenta gramos. Según los peritos todo legítimo. Esto desmentía todas las fabulaciones anteriores.
Otros datos escritos
También otra noticia de este diario de agosto de 1905 titulada, “La hoja anónima”, refiere a la circulación de
“una hoja suelta conteniendo exposiciones, sueltos, referentes a la toma del crimen de la corona de la virgen de Itatí que se encontraba en poder del Obispo de La Lastra, escritos en los que se consignas conceptos deprimentes para las augustas leyes del país i para los respetos que se debe guardar con los magistrados.
La hoja anónima, llama ukase ridículo al auto del juez que ordena el cumplimiento de las leyes arjentinas, ante la pertinencia del prelado en mantener en su poder la corona robada, (si es que es la misma)”, transcripta más arriba.
En otro diario sigue la novela
Del 17 de julio de 1907 les comparto lo publicado en un diario de la época, titulado “El negocio de la corona”:
“La Virgen de Itatí está de felicitaciones. El enmarañado, el delicado proceso de la corona de la Virgen de Itatí ha sido fallado por el juez del crimen, doctor Saturnino Muniagurria.
Después de todo lo zarandeado que ha sido este sonado asunto, después de los mil y un incidentes y peripecias a que ha dado origen, a algunos de los cuales no ha sido extraño el jefe de nuestra Diócesis, después del cumulo de diligencias y actuaciones amontonadas en gruesos cuerpos de autos…”
Consta en el Considerando:
“Que la corona robada fue vista por el menor Tritón Valenzuela, en la costa del rio, sobre unas piedras. Dicho menor manifiesta que esto sucedió, cree en el mes de febrero de 1903, dos o tres meses después del robo”.
Continua el relato, que dio aviso a un vecino Ramón Aquino, desconfiando que fuera la corona robada. Ambos avisaron al sacerdote que la levanta, el padre Vicente Saubaber. Se dio aviso al señor Obispo a fin de que le diera la orden de lo que debía hacer. Entrego la misma el Vicario Foráneo de Corrientes y este al Obispo. Era Mons. Niella este vicario, que llevo la corona en un viaje que hizo a Rosario y la entrego al Sr. Coll enviado del Obispo, en el puerto del Paraná.
Recién el 28 de julio de 1907 la justicia correntina devuelve la corona al obispado de Paraná. En esa ciudad la joya, creación de Froment Meurice, fue completamente reparada.
La devolución de la corona a su Dueña
Según una crónica del boletín Eclesiástico de marzo de 1908,
el día 17 del corriente partía S. S. Iltma. para Itatí, acompañado del Secretario del Obispado, Rdo. Prior de los Benedictinos, el P. Langatein, del Verbo Divino y el familiar Martínez, a devolver a la SSma. Virgen la espléndida corona que había sido robada.
Habrá una pequeña misión, dice este artículo, celebrando de Pontifical en el momento de la Coronación que tendrá lugar el 25 del corriente en el quincuagésimo aniversario de la aparición de la Virgen de Lourdes.
Desde el 20 al 25 de marzo de 1908, el obispo Rosendo, que había llevado personalmente la corona a Itatí, misiona, confiesa, predica en el viejo Santuario. Finalmente preside, como en 1900, las ceremonias de la coronación.
Detalles de la ceremonia
A borde del vapor Tridente se embarcaron el día 7, la Virgen acompañada de la comisión presidida por Mons. De La Lastra, el Gobernador y Vicegobernador de la Provincia, la presidenta de la Comisión Central de Damas, Josefina Hardoy de Gallino y muchos prelados, asociaciones religiosas y gentes de figuración en la sociedad correntina, que iban a Itatí en busca de la milagrosa imagen. Llegados a dicho pueblo en el mismo día a las dos de la tarde.
El pueblo entero, asociaciones religiosas, la guardia nacional, aguardaban apostados en el muelle la llegada del Tridente. Todo el trayecto desde el muelle hasta la iglesia matriz se hallaba adornado con banderas, gallardetes y arcos triunfales con leyendas alusivas.
Al caer la tarde del 25 de marzo de 1908, mientras un coro de niños y niñas entonaba el Reina del Cielo, Monseñor Rosendo coronó la imagen de la Virgen de Itatí por segunda vez. Esto sucedía en el atrio del viejo Santuario de Itatí en el día de la Anunciación del Señor.
Había gente de San Cosme, de San Luis del Palmar, de Corrientes y del Paraguay. Se había corrido la voz de que el obispo de Paraná coronaría nuevamente la imagen auténtica de la Virgen de Itatí; y nadie se lo quería perder.
El Obispo de la Lastra coronaba nuevamente a la Virgen, esta vez en Itatí, luego de casi seis años del robo y de una década de conflicto con el gobierno.
Una historia con cierta lógica
Para la Iglesia, fue el gobierno de Martínez quien podría haber ordenado del robo, ya que (dicen) “no soportaba la valentía del Obispo Rosendo al defender los derechos de la Iglesia sobre la administración de los bienes”.
Monseñor Rosendo de la Lastra y Gordillo tenía predilección por la Virgen de Itatí. Puso su empeño en conseguir la autorización del Papa León XIII para la coronación; nombró las distintas comisiones para todo lo que tenía que ver con la preparación; él mismo trató con el orfebre que residía en París cuando fue a Roma para el Concilio Latinoamericano.
Es más, mandó construir en la Catedral de Paraná un retablo para la Virgen de Itatí con la finalidad de cultivar allí esta devoción. Cuando celebraba en privado, casi siempre lo hacía en el Altar de la Virgen de Itatí.
Finalmente De la Lastra fallece en 1909, el mismo año que el ex gobernador (separado del cargo por un juicio político) Juan Esteban Martínez
El Sacristán de la Iglesia, que había descubierto que faltaba la Corona, se limitó a decir, siempre que fue consultado, que él solamente había entrado a la Iglesia y encontró a la Virgen sin su Corona.
Hasta aquí otra historia de las muchas guardadas en nuestro archivo Arquidiocesano y que merecen conocidas.