Continuamos con nuestra recorrida por la Paraná de antaño, que comenzamos en este otro artículo. Con datos de la ciudad y de las sesiones.

Diplomáticos, jueces y funcionarios “famosos”

Recordamos que, como sede del Gobierno, vivían en la ciudad los miembros del cuerpo diplomático. El Ministro Francés Lefebvre de Becourt, el Ministro Español Bermúdez de Castro, el Ministro Brasilero José Manuel do Amaral, el inglés Mr. Thompson, el cónsul Paraguayo José de Caminos, el Oriental José Robles, el italiano Cesar Monti y nuestro Nuncio Apostólico Mons. Dr. Mariano Marini que vivía en la casa que fue de Vicente Cabella (me falta ubicar el lugar).

En la entrada del colegio del Huerto, frente a la plaza el Juzgado de primera instancia. Eran dos piezas a la calle, allí atendía el escribano Casiano Calderón y el escribiente Juan Giménez.

Este tiempo también encontramos viviendo en nuestra ciudad a los hermanos José Hernández y Rafael Hernández, emigrados federales que trabajaban en la casa de comercio de don José María Ortiz que quedaba frente a la tienda de Ambrosio Frioni. Según un artículo del diario Uno de Paraná de Marcelo Comas, sería hoy calle España 212: donde funciona un consultorio médico.

Casa de Jpsé Hernández

Las ejecuciones judiciales

También nos encontramos con las ejecuciones, terrible forma de justicia. Recuerda este texto que se hacían en un lado de la plaza del hospital que fue de la Caridad, en la zona de la hoy Parroquia Sagrado Corazón y hacia el otro lado de la ciudad, en la plazoleta de la Capilla de la Santísima Trinidad, zona del cementerio.

Cuenta Juan Giménez, autor de este libro y el escribiente del juzgado, que a él le tocaba dar lectura al reo de su sentencia porque el Escribano del Crimen Don Calderón

“por su avanzada edad, por su sensibilidad de espíritu y por sus enfermedades, no podía presenciar esta clase de actos que le destrozaban el alma”… Acompañado del Aguacil Mayor y de un sacerdote, me trasladaba a la Cárcel Pública. Llegados al lugar y formada la doble guardia en cuadro, era conducido el reo, asegurado con una barra de grillos. Allí, hincado de rodillas escuchaba las tres sentencias que, integras, se las leía.”

Después volvía al calabozo acompañado por el Sacerdote. La cárcel estaba en la esquina de la tienda Herscovich, frente a la casa paterna de la familia Álvarez. El escritor Pérez Colman sitúa la casa de la familia del deán Juan José Álvarez en la cuadra de la peatonal San Martin, esquina Alem.

“La esquina de Alem y San Martín pertenecía a don Antonio Álvarez, español, comerciante, casado con doña Mercedes de los Santos, de quienes provienen conocidas familias que llevan su apellido. Fue adquirida en 1815 al entonces Comandante de Entre Ríos don José Eusebio Herenú. Don Antonio vendió el inmueble a su yerno y pariente don José Dionisio Álvarez, casado con doña Bonifacia Álvarez.”

Al día siguiente, nos relata Giménez, el numeroso pueblo asistía a este acto como si fuera a presenciar alegres festividades.

El aspecto festivo de la ciudad

Pero no todo era triste en esas épocas, también había festejos, obras de teatro, conciertos. Reuniones en la casa del Ministro Bedoya (situada en el Club de Gimnasia y Esgrima, donde hoy funciona el Club Social y fue la casa de los Larramendi mucho antes) donde se juntaban los hombres a tomar té: diplomáticos, periodistas, senadores, diputados, jurisconsultos y artistas.

O las reuniones de liberales donde encontramos a los Doctores Echague, Donado, Seguir, Ortiz y muchos otros.

En el Teatro 3 de Febrero, en invierno actuaban las compañías liricas. En el barrio San Miguel, el baile del candombe, donde la concurrencia era numerosa. Los caballeros y las familias de todas las clases sociales iban y venían como oleadas que se suceden unas a otras.

Existían dos clubes sociales. Uno se denominaba Socialista, donde era la casa de Etcheves. El otro Argentino, en la casa Balugera, al lado del correo, dice el autor. Había un club de Artesanos, compuesto en su mayoría por gente de color y tenían su local en la casa de su presidente Francisco Ledesma, al lado de la escribanía de Exequiel Balbarrey.

Maqueta de la Ciudad de Paraná durante la Confederación.
Maqueta de la Ciudad de Paraná durante la Confederación. Gentileza del Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón

Paraná tenía un laberinto

Pero lo me gusto y lo quiero recordar es el Laberinto, paseo público en la parte oeste de la ciudad. El dueño era don Felipe Croco.

Consistía en un tejido de cañas como dos metros de altura, que ocupaba un gran espacio, formando calles en circunferencias, que eran interceptados por otra serie de tejidos y desviada su dirección, formando todo un plan de combinación, lo que daba lugar a la confusión de los que paseaban adentro, produciéndose chistosas escenas por la aflicción de los paseantes al verse envueltos en aquel laberinto sin poder salir, ni subir a la glorieta donde se tomaba cerveza.”

Así lo relata el autor. Este era el lugar de los días de fiesta adonde por las tardes y noches concurría el pueblo. Había música, juegos y venta de licores.

Los baños públicos

Otra nota de color de este lejano tiempo eran “Los baños”. Otro de los parajes atrayentes para la reunión del público. Si bien el objeto principal era la conservación de la salud, no dejaba de ser un pretexto para constituirlo en paseo de moda.

No había agua corriente, ni casa con baños. La familia del pueblo iba a tomarlos en el paraje conocido como El puerto de la santiagueña, donde fue el puerto nuevo después.

No había calles anchas, sino reducidas, estrechas, con enormes zanjones que impedían el tránsito. Un solo camino desde la casa del General Ferre pasaba por el Seminario Viejo (hoy Facultad de Ciencias Económicas) hasta el rio.

Era curioso ver aquellos grupos que hacían esa travesía diariamente en tardes de excesivo calor y sol abrazador, llevando en las mujeres en la cabeza los atados de ropa para lavar. Otras de elevada posición conducidas en carros de bueyes con techo formado por sabanas, sentadas en sillas de paja. Aquella tradición era un paseo de moda, pues luego debían volver bajo el mismo calor en el camino de regreso

La educación paranaense

Funcionaba el Colegio de Niñas San Justo y Pastor, situado donde está la Logia Masónica del Rito Azul, cuenta Giménez. Este colegio fue fundado y sostenido por el General Urquiza.

“Había cientos y tantas niñas internas, desde los seis a ocho años y hasta los veinte o veintidós. Se daba preferencia a las pobres, porque así lo recomendaba el General”.

Una escuela de varones, situada en unos largos ranchos de paja, extendidos sobre el frente de la plaza, donde después funciono el club de Gimnasia y Esgrima.

También había escuelas particulares, la de Juan David, la de Valentín Zamora, Ambrosio Calderón. Cada uno tenía su escuela primaria de varones, cuyos estudios eran sumamente limitados. A la Escuela de niñas la dirigían las Señoras Vera.

En el predio de la actual Escuela Normal, creada con posterioridad en 1870 durante la presidencia de Sarmiento, estaba el Colegio Paraná que funciono un tiempo.

Maqueta de la Ciudad de Paraná durante la Confederación. Gentileza del Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón
Maqueta de la Ciudad de Paraná durante la Confederación. Gentileza del Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón

Las Logias

También nos encontramos con la Logia San Juan de la fe del rito Francés. Sin desaparecer, se funda después el 7 de septiembre de 1860, la logia Asilo del Litoral del Rito Escocés Antiguo, siendo su primer Venerable el Coronel Joaquín Ramira. Posteriormente se fusionaron y se llamaron Unión y Trabajo. Tenían edificio propio en calle Gualeguay,(hoy Andrés Pazos) entre Corrientes y San Juan.

Logia masónica de Paraná

En esa misma calle se acababa de fundar la del Rito Azul, donde después funciono la escuela San Justo y Pastor que ya nombramos.

El Congreso Legislativo Federal Argentino

Hablando propiamente del Congreso legislativo Federal, tema de este trabajo, partimos del Senado que ya nombramos. Funcionaba en el actual colegio del Huerto. La Cámara de Diputados donde estuvo la Biblioteca Popular, calle Corrientes, antes Representantes dice el autor.

En esta cámara representaban al pueblo de la Republica a los Doctores. Daniel Araoz, Uladislao Frías, Wenceslao Díaz Colodrero, Mateo Luque, Guillermo Rawson, Luis Cáceres, Pedro Antonio Pardo, Abel Bazán y Tiburcio López. Los Presbíteros Dr. Genaro Feijoo y Severo Soria y los Señores Mauricio Daract, Absalon Ibarra, José y Justiniano Posse.

Las aperturas de sesiones anuales

El General Urquiza venia cada año desde San José para la apertura del Congreso. Con él, los cuerpos de infantería, caballería y artillería que tenían su cuartel en el mismo San José, para formar la parada con las tropas de la Capital que las componían el 1° y 2° Batallón de Guardias Nacionales, el Escuadrón Extramuros y la Batería.

Al salir el Presidente de la casa de Gobierno para dirigirse a la Iglesia, donde debía tener lugar la apertura del Congreso, el General Francia, después del toque de atención, daba la voz de mando.

La apertura del congreso tenía lugar en la Iglesia. Allí uno de los ministros del Ejecutivo leía el mensaje y en seguida se cantaba el solemne Tedeum con orquestas de primera orden, compuesta de profesores y artistas de las compañías liricas que se encontraban en la ciudad.

“Aprovechando un descanso a sus tareas, los Congresales visitaron la ciudad. Recibidos y agasajados que fueron por el pueblo, el club Socialista obséquiolos con un lunch. Aun quedas memorias para hablar de aquellos días en que, más de un aplauso leal supo valorar el mérito y el nombre de los oradores”

Debates de leyes polémicas

El primer debate que estremeció el recinto de ambas cámaras fue sobre el proyecto de ley del Ejecutivo sobre “derechos diferenciales”, llamado a desviar la importación del puerto de Buenos Aires hacia el de Rosario. En Diputados la votación fue dos veces empatada, por lo que su presidente, Mateo José Luque, tuvo que desempatar.

Urquiza, que a pesar de interesarle la ley mantuvo durante el debate total prescindencia, al día siguiente de su sanción, invitó a comer a los diputados opositores de la misma (Guillermo Rawson, Saturnino M. Laspiur, Vicente G. Quezada y Ruperto Godoy) y en el transcurso de la comida declaró a sus comensales

que la libertad del Congreso era su gloria más preciosa y que la mantendría como la base del Gobierno Constitucional.”

Pocos recuerdan que en lo que es la actual Catedral se reunió en Asamblea, por primera vez el Congreso. Es la institución más importante de la República, a la que la Constitución vigente le dedica 43 (un tercio) de sus 129 artículos, y que durante el siglo XX estuvo clausurado durante 23 años, 2 meses y 18 días después los 6 golpes de estado que impusieron gobiernos de facto. Este primer debate del Senado fue posible hacerlo en una iglesia.

Queda mucho más para recordar de este tiempo. Conocer más de lo que pasaba en estos días previos al Primer Congreso Legislativo Federal. Se está gestando nuestra Diócesis Paranaense, encontramos al Pbro. Acevedo, primer candidato del gobierno para esta sede episcopal. Años movidos y llenos de historia.

Fuentes

Juan Giménez, "Paraná. Capital de la confederación Argentina. Recuerdos Históricos", 1906
Jorge Horacio Gentile,  "A 160 años de la primera sesión del Congreso".

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