Jesús, un misterio cercano

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¿Cómo es el cuerpo de Jesús resucitado? ¿es real o un fantasma?

Jesús resucitado tiene un cuerpo real y no es un fantasma. Tomás de Aquino nos dice que es un cuerpo verdadero y tiene la misma naturaleza que antes de su resurrección. Pero ya es glorioso y espiritual. Jesús se dejaba ver en su cuerpo glorioso para demostrar su resurrección y su condición divina. El cuerpo de Jesús resucitado conserva las cicatrices como signo de victoria y amor hacia la humanidad.

Nos adentraremos en el estudio de cómo es el cuerpo de Jesús resucitado, basándonos en las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino. A través de su obra magistral, la Suma Teológica, descubriremos las cualidades del cuerpo glorificado de Cristo y su significado para nuestra fe católica. Tomemos este tiempo para profundizar en este misterio y comprender mejor la gloriosa resurrección de nuestro Señor.

El cuerpo verdadero y glorioso de Jesús:

El cuerpo de Jesús después de la resurrección fue un verdadero cuerpo, que conservó la misma naturaleza que había tenido antes. Esto descarta la idea de un cuerpo fantástico o ilusorio y enfatiza la realidad de la resurrección. Jesús tuvo un cuerpo en su naturaleza humana, un cuerpo que murió y resucitó. Esta afirmación es respaldada por San Agustín, quien defendió la resurrección del cuerpo físico de Jesús. Agustín nos invita a comprender que, si pudiéramos entender completamente cómo ocurrió este milagro, dejaría de ser un milagro, ya que la resurrección es un acto divino que va más allá de las leyes naturales.

El cuerpo glorioso de Jesús:

El cuerpo de Jesús resucitado adquirió una vida gloriosa e inmortal. El cuerpo glorioso es espiritual y está sujeto al espíritu. Las acciones del cuerpo glorioso se someten completamente a la voluntad del espíritu.

Jesús, al tener un cuerpo glorificado, podía ser visto o no ser visto según su voluntad. Esto se debe a que el cuerpo glorioso está plenamente sujeto al espíritu. Su manifestación visible fue una elección voluntaria y no una necesidad. Jesús se dejaba ver para confirmar su resurrección y fortalecer la fe de sus discípulos.

El cuerpo glorioso de Jesús conservaba las cicatrices de sus heridas. Estas cicatrices tenían varios propósitos. En primer lugar, demostraban la gloria de Cristo y su victoria sobre la muerte. Las cicatrices eran los honores del triunfo de su victoria redentora.

En segundo lugar, las cicatrices confirmaban a los discípulos la realidad de la resurrección y fortalecían su fe. Jesús mostraba sus cicatrices para que comprendieran que era el mismo que había sido crucificado y que ahora estaba vivo.

Además, las cicatrices recordaban a los redimidos el costo de su salvación y cómo fueron socorridos misericordiosamente. Estas heridas eran un testimonio de amor y sacrificio, que revelaban la misericordia y la justicia divinas.

Intercesión y testimonio ante el Padre:

Las cicatrices del cuerpo de Jesús resucitado también tenían un propósito en la intercesión de Cristo por nosotros ante el Padre. Mostraban al Padre la clase de muerte que sufrió por la humanidad, y recordaban el precio que pagó por nuestra salvación.

Las heridas de Jesús eran signos de su amor y testimonios del sacrificio que realizó por nosotros. Además, las cicatrices servirán como recordatorio en el juicio final, cuando se muestren a los enemigos de Dios para evidenciar la condenación justa de aquellos que rechazaron su misericordia.

El cuerpo de Jesús resucitado es un misterio de gloria y amor. Nos ofrece esperanza y nos invita a reflexionar sobre nuestra propia resurrección futura.

Según lo prometido, este curso es GRATIS. Pero puedes dejar tu colaboración para poder seguir brindando este servicio.

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