El Obispo Jorge Lozano fue invitado a cenar con varios amigos. Como en esa casa les gustaba preparar el café a partir de granos recién molidos, él debía aportarlos. Se va de compra y descubre varias calidades del mismo, envasados y presentados con sus respectivas frases.
En la página del Arzobispado de San Juan de Cuyo cuenta esta experiencia:
“Fui a un negocio a comprar y vi que había diversas propuestas en calidad y precio, con dibujos o fotos que eran bien elocuentes. Los mejores tenían un cartel que decía “granos seleccionados”, los mostraban parejitos y en color intenso, forma redondeada, tamaños semejantes. Las otras propuestas se promocionaban como “sabor suave”, o “primera cosecha”, etc. Y los dibujos nos mostraban granos más variados en color y tamaño.”
Con ojos de pastor, esto le sirve para comprender que son las parroquias. O, más bien, es estado en que se encuentran nuestras parroquias y la necesidad impreante de renovarlas para hacerlas más evangélicas.
Las parroquias y el café
La realidad no es alejada de las muchas comunidades que se diseminan a lo largo y ancho del país.
“Esta imagen me hizo pensar en nuestras Parroquias, que son la presencia más cercana de la Iglesia a nuestros a nuestros barrios y familias. Francisco saca como consecuencia que “esto supone que [la parroquia] realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos”. (EG 28)
No somos como los paquetes de café en que todos los granos son de “primera calidad”. Solemos tener el riesgo de incorporar actitudes que expresan aires de superioridad, o de mirar a los demás por encima del hombro. Muchas veces nos encontramos en nuestras comunidades con mediocridades y chaturas que estamos llamados a cambiar.
La insistencia de convocarnos a la conversión pastoral reclama de una respuesta generosa de todos: obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, fieles laicos. Sin darnos cuenta podemos ir aceptando formas de clericalismo que limitan la participación y ahogan la creatividad, que no dejan crecer ni intentar la búsqueda de caminos mejores. ¡Cuántas veces hemos escuchado decir: “acá siempre se hizo así”!”
Sumemos a esta realidad un mal que, parece, es endémico en nuestra zona: el clericalismo. De este llega a decir que
“niega la eclesiología cristiana del evangelio (la vid y los sarmientos) y de las Cartas de San Pablo (el cuerpo, los miembros y la Cabeza), para terminar derivando en una especie de herejía pastoral.”
La cuaresma y la conversión pastoral
Cuaresma es tiempo de renovar la vida a través del Evangelio. En la Arquidiócesis de Paraná se tiene una luz concreta: la legislación sinodal que dio nuestro Arzobispo Puiggari. A partir de las 101 propuestas para renovar las parroquias que les hiciéramos laicos, consagrados y sacerdotes.
¿Será este un momento propicio para volver a leerlas y sacar de ellas guías para la conversión pastoral?