El corazón frío es una dimensión de la realidad actual. Para cambiar en cuaresma debemos darnos cuenta de esta situación de nuestro ambiente cultural, de nuestro propio corazón. El papa Francisco, en su mensaje para esta Cuaresma, nos ayuda a hacer un examen de conciencia.

Francisco Corazon frio

“Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo. Su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?”

El corazón frío por la avidez del dinero

“Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). A esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos.

Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.”

La creación destruida por el corazón frío

“También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad. La tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés. Los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas. Los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.”

La falta de amor intraeclesial

“El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor.

Estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.”

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