La reflexión sobre los carismas adquirió una relevancia renovada en la vida y misión de la Iglesia. Este tema, que había sido marginado en los estudios cotidianos por siglos, fue rescatado y profundizado gracias a la escucha atenta de la Palabra de Dios y la tradición apostólica. Los padres conciliares subrayaron la importancia de entender los carismas como dones especiales del Espíritu Santo destinados al servicio dentro de la comunidad cristiana.
Que son los Carismas
Los dones son universales y se otorgan a todos los cristianos por igual como resultado del bautismo. Hacen que todos seamos hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo.
Los carismas son gracias especiales otorgadas por el Espíritu Santo a los fieles para la edificación de la Iglesia (1 Cor 12).
Los carismas son específicos y se caracterizan por ser dones especiales que capacitan a los creyentes para ejercer funciones específicas dentro de la comunidad.
San Pablo enseña que, aunque se posean todos los carismas, si no se ejercen con amor, carecen de valor espiritual (1 Cor 13). El amor debe ser el motor y el fundamento de todo ejercicio carismático, ya que solo a través del amor se edifica verdaderamente la comunidad y se manifiesta la presencia del Espíritu Santo en los creyentes.
Discernimiento y autenticidad
Es crucial discernir la autenticidad y el uso adecuado de los carismas. Debe ser guiado por la autoridad competente dentro de la comunidad eclesial, a fin de asegurar que los carismas sean ejercidos de manera coherente con la enseñanza y la misión de la Iglesia.
El discernimiento también implica evaluar si los carismas están siendo utilizados para el bien común y el crecimiento espiritual de la comunidad, evitando la presunción y el orgullo espiritual.