La Iglesia Católica es un "pueblo sacerdotal". Este concepto no solo destaca la función clerical de los sacerdotes ordenados, sino que también subraya la participación activa de todos los fieles en el ministerio sacerdotal de Cristo.
Concepto de Pueblo Sacerdotal
Este término enfatiza la participación de todos los bautizados en la misión y ministerio de la Iglesia. Aunque tradicionalmente se ha asociado el sacerdocio con los clérigos ordenados, el Concilio recalca que todos los fieles, por el sacramento del bautismo, comparten de alguna manera en el sacerdocio de Cristo, quien es el único mediador entre Dios y los hombres.
En este sentido, cada bautizado es ungido y consagrado para ofrecer sacrificios espirituales y actuar como mediador ante Dios en favor de la humanidad. Esta participación no disminuye la unicidad del sacerdocio ministerial, ejercido por los obispos y presbíteros, sino que complementa y enriquece la vida de la comunidad cristiana.
Distinción entre sacerdocio común y ministerial
El sacerdocio ministerial se refiere a aquellos que han recibido la ordenación sacramental, permitiéndoles actuar en nombre de Cristo y en representación de la Iglesia. Esto incluye la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, donde el sacerdote preside el memorial del sacrificio de Cristo en la cruz.
Por otro lado, el sacerdocio común de los fieles es el que todos los bautizados comparten. A través del sacramento, los fieles son configurados a Cristo y participan en su sacerdocio ofreciendo sus vidas como sacrificio vivo y santo a Dios.
Participación en los sacramentos
La vida sacramental de la Iglesia es central para entender el pueblo sacerdotal. En la celebración de los sacramentos la comunidad cristiana participa activamente como pueblo sacerdotal, cada uno según su propio modo de pertenencia. Esta participación no solo fortalece la comunión con Dios y con la comunidad eclesial, sino que también impulsa a los cristianos a ser testigos valientes del Evangelio en el mundo.