Qué es la Iglesia

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15.- La Iglesia es necesaria para la salvación

La Iglesia Católica siempre ha sostenido que es necesaria para la salvación. Esta afirmación, aunque controversial en algunos contextos, está profundamente enraizada en la Tradición y la Escritura. Es necesario que entendamos bien el papel de la Iglesia como mediadora de salvación y su relación inseparable con Jesucristo, el único salvador.

La necesidad de la Iglesia para la salvación

El Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium (14), nos recuerda que "esta iglesia peregrinante es necesaria para la salvación" (LG, 14). Esta afirmación se basa en la enseñanza de que Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres, se hace presente en su Cuerpo, que es la Iglesia. No es una afirmación basada en teorías humanas o invenciones recientes, sino en la Revelación Divina contenida tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición viva de la Iglesia.

La Revelación afirma que la Iglesia es el instrumento mediante el cual Jesucristo continúa su obra salvadora en el mundo. Esta perspectiva nos invita a reflexionar sobre qué significa la salvación y cómo la Iglesia actúa como mediadora en este proceso.

El concepto de salvación

La salvación, en términos teológicos, se refiere a la liberación del mal físico y moral, permitiendo al ser humano entrar en la vida plena. El mal físico incluye la enfermedad, la limitación corporal y, en última instancia, la muerte. Por otro lado, el mal moral, conocido como pecado, se manifiesta como una acción contraria al bien, causando una fractura en la relación del individuo con Dios y con los demás.

La salvación, entonces, es la liberación de estas condiciones de mal, permitiendo una transformación que conduce a la vida eterna, es decir, la comunión plena con Dios, conocida teológicamente como "cielo". Este concepto nos lleva a una pregunta fundamental: ¿cómo se alcanza esta salvación?

Jesucristo es el Único Mediador

La enseñanza de la Iglesia es clara: solamente Jesús puede salvar: "No existe bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el cual podamos alcanzar la salvación" (Hch 4,12). Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es quien trae la liberación del pecado y de la muerte, permitiendo la entrada a la vida eterna.

Es importante destacar que, aunque la Iglesia y la Virgen María tienen un lugar especial en la vida de fe de los católicos, ninguna otra persona o entidad puede otorgar la salvación. Solo Jesús tiene el poder de salvar, una verdad que es central en la enseñanza cristiana.

El amor como camino de salvación

Jesús enseñó que el amor a Dios y al prójimo es esencial para alcanzar la salvación que Él ofrece. En Mateo 25 Jesús describe el juicio fina. Allí separa a los justos de los injustos basándose en sus actos de amor y misericordia hacia los más necesitados. "Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver" (Mt 25,35). Esta enseñanza subraya que la salvación no es solo un acto de fe interna, sino que se manifiesta a través de acciones concretas de amor y servicio.

Sin embargo, surge una pregunta: si el amor es el camino a la salvación, ¿por qué necesitamos a Jesús y a la Iglesia? La respuesta se encuentra en la naturaleza humana y la gracia divina.

La Gracia y la necesidad de la Iglesia

San Pablo describe la lucha interna del ser humano con el pecado. En la carta a los Romanos, afirma: "No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero" (7,19). Esta lucha interior refleja la incapacidad del ser humano para alcanzar la salvación por sus propias fuerzas. Aquí es donde entra la necesidad de la Gracia divina.

La salvación no es el resultado de nuestras obras, sino un don de Dios. San Pablo explica que "han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios" (Ef 2, 8). La gracia de Dios, manifestada en Jesucristo, es lo que nos capacita para amar y realizar el bien. Esta gracia, que nace de la cruz redentora, se recibe a través de la fe y se nutre en el seno de la Iglesia.

La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, es el medio por el cual los fieles reciben la gracia salvadora. A través de los sacramentos, especialmente el bautismo y la eucaristía, los creyentes son incorporados a la vida divina y fortalecidos en su camino hacia la salvación.

Aclaración final

La afirmación de que la Iglesia es necesaria para la salvación no niega la centralidad de Jesucristo como único salvador. Más bien, resalta el papel de la Iglesia como el Cuerpo de Cristo, a través del cual Jesús continúa su obra redentora en el mundo. La Iglesia actúa como mediadora de la Gracia divina. A través de ella Jesús proporciona los medios necesarios para que los fieles puedan recibir la salvación. Es fundamental comprender la relación inseparable entre Jesús y la Iglesia. La Iglesia no es simplemente una institución humana, sino el Cuerpo de Cristo, llamado a ser signo e instrumento de la salvación divina en el mundo.