El Papa Benedicto publicó “Ubicumque et semper”, una Carta Apostólica en forma de Motu Proprio con la que instituyó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Permítanme hacer algunos comentarios al respecto.

Lo primero, se sitúa en el marco del mandato de Jesús. La evangelización no es una opción sino una tarea esencial dentro de lo mandado por el Señor Resucitado (Mt 28,19-29) e instaurado por la acción del Espíritu Santo (Hch 2,14).

El mundo contemporáneo ha cambiado con respecto al conocido hace 100 años. Me atrevería que también es distinto al conocido diez lustros atrás.

Ya el Concilio Ecuménico Vaticano II asumió entre las temáticas centrales la cuestión de la relación entre la Iglesia y este mundo contemporáneo. Tras las huellas de la enseñanza conciliar, mis Predecesores han reflexionado ulteriormente sobre la necesidad de encontrar formas adecuadas para permitir a nuestros contemporáneos escuchar aún la Palabra viva y eterna del Señor.”

Para hacer referencia a esta historia rescata de Pablo VI citas de la Evangelii Nuntiandi y de Juan Pablo II de Christifideles Laici. Suficiente para la brevedad del escrito y su intención de ser una sola presentación del Consejo. Pero uno hubiera deseado que se detuviera un poco más en aquello de “nueva en su ardor, métodos y expresión” que tan bien calificara Juan Pablo y explicitara el Documento de Santo Domingo.

Más allá de este último deseo personal, podemos sobresaltar lo que sigue.

Un criterio pastoral

El que se denomina de la encarnación o de la inculturación. Concretamente dice: “Esta misión ha asumido en la historia formas y modalidades siempre nuevas según los tiempos, las situaciones y los momentos históricos.

En otras palabras, no hay épocas de oro a las que hay que hacer referencia como modelos únicos y universalmente válidos. Y eso incluye tanto a Roma como al Brasil actual. Esto no significa rechazo o ruptura con la Tradición. Significa que el Espíritu sigue soplando en la Iglesia y pide que se den respuestas pastorales nuevas a las situaciones contemporáneas inauditas en las cuales estamos sumergidos los europeos, los asiáticos, los africanos y nosotros.

Por eso cita a la EN: “debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para proponerles o volverles a proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo”. Y recuerda que “la diversidad de las situaciones exige un atento discernimiento; hablar de "nueva evangelización" no significa, de hecho, deber elaborar una única fórmula igual para todas las circunstancias.

Un punto de partida: central, esencial e ineludible

No podemos olvidar que la primera tarea será la de hacerse dóciles a la obra gratuita del Espíritu del Resucitado, que acompaña a cuantos son portadores del Evangelio, y que abre el corazón de quienes escuchan. Para proclamar de forma fecunda la Palabra del Evangelio, es necesario ante todo que se haga una profunda experiencia de Dios.”

Y, luego, cita aquello de Deus caritas est (que me parece tan genial): "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva".

La Nueva Evangelización, o toca la relación del hombre con el Dios creador y providente... o sólo es un barniz decorativo y, entonces, un verdadero “opio de los pueblos”.

Un contenido evangelizador concreto y católico (universal)

Esto no depende del agente de pastoral o de la situación del destinatario. Por eso se la tarea será la de “promover el uso del Catecismo de la Iglesia Católica, como formulación esencial y completa del contenido de la fe para los hombres de nuestro tiempo.”

Un destinatario concreto

El contexto de la increencia. “Ésta hace referencia sobre todo a las Iglesias de antigua fundación, que sin embargo viven realidades muy diferenciadas, a las que corresponden necesidades distintas, que esperan impulsos de evangelización distintas: en algunos territorios, de hecho, a pesar del progreso del fenómeno de la secularización, la práctica cristiana manifiesta aún una buena vitalidad y un profundo arraigo en el alma de poblaciones enteras; en otras regiones, en cambio, se nota una más clara toma de distancia de la sociedad en su conjunto hacia la fe, con un tejido eclesial más débil, aunque no privado de elementos de vivacidad, que el Espíritu no deja de suscitar; conocemos también, por desgracia, zonas que parecen completamente descristianizadas, en las que la luz de la fe se confía al testimonio de pequeñas comunidades: estas tierras, que necesitan un renovado primer anuncio del Evangelio, parecen ser particularmente refractarias a muchos aspectos del mensaje cristiano.

Muy europeo en su presentación, me hubiera gustado que también presentara el contexto de la religiosidad popular en la cual está inmersa nuestro continente.

Una renovación de los “soportes” pastorales del mensaje

No es novedad... pero sería una novedad que las Iglesias Locales se lo tomen en serio: “estudiar y favorecer la utilización de las modernas formas de comunicación, como instrumentos para la nueva evangelización”.

Un temor: y como tal es mío

Tal vez por no confiar en la acción de Espíritu Santo o la santidad de quienes fueron y sean designados. Dicen que Perón dijo algo así como “si querés que algo no se haga... hacé una comisión”. Esto lo escuché de labios de un Cardenal que comentaba con cierta ironía la verdad de la afirmación. Aquí se creó una “gran Comisión” denominada “Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización”.

Dentro de sus tareas asignadas por el Papa están estas tres: “1°. profundizar en el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización; 2°. promover y favorecer, en estrecha colaboración con las Conferencias Episcopales interesadas, que podrán tener un organismo ad hoc, el estudio, la difusión y la realización del Magisterio pontificio relativo a las temáticas conectadas con la nueva evangelización; 3°. hacer conocer iniciativas ligadas a la nueva evangelización ya en acto en las diversas Iglesias particulares y a promover su realización de nuevo, implicando activamente también los recursos presentes en los Institutos de Vida Consagrada y en las Sociedades de Vida Apostólica, como también en las agregaciones de fieles y en las nuevas comunidades”.

Sinceramente, espero que sea algo que funcione promoviendo la Nueva Evangelización desde la correcta inculturación del Evangelio.

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5 COMENTARIOS

  1. Padre: esta es una de las pocas lecturas enriquesedoras que hay al alcance de nuestras manos. Nunca dejamos de crecer en la Fe, siempre emerge algo nuevo. Y pensar que me enteré de este blog por el boletín mensual de la Parroquia de Nuestra Señora del Luján, por un comentario sobre la manipulación mediática... La finalidad: seguir siendo buenos instrumentos de Dios y educarnos con y en Él.

  2. Confiemos padre y actuemos………….para evangelizar no necesitamos una orden que venga de esa comisión, con todo respeto, Jesús dijo "id y evangelizad" vayamos pues.
    Un abrazo y mis oraciones

  3. Yo me pregunto por qué no definimos con claridad cuál es el mensaje evangélico y para eso comenzaría con el cap. 15 de la premera carta a los Corintios: Si Cristo no resucitó, nuestra fe carece de fundamento ya que creeríamos en un muerto. La resurrección de Cristo demuestra su divinidad.
    Y, si creemos en Cristo solamente para este mundo, si las normas de vida que Cristo nos da son solamete para este mundo y no tienen una relación con la segunda y definitiva etapa de nuestra vida, entonces somos los seres más estúpidos del planeta.
    Sin estas premisas lo demás no adquiere su verdadero sentido: ni el bautismo, ni la Eucaristía, ni la oración, ni el amor al prójimo, ni nada.

  4. Ni dudarlo. En ese sentido, te invito a leer este texto mío:
    http://padrefabian.com.ar/la-esencia-del-cristianismo/

    o también este, que es un trozo de Juan Pablo II:
    http://padrefabian.com.ar/la-religion-de-la-gloria/

    Claro que no debes de olvidar que cuando se piensa sobre la nueva evangelización la pregunta no está referida al "qué" anunciar sino al "cómo" hacerlo. Se da por supuesto que todos estamos de acuerdo en el "qué".

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