En este encuentro conocemos a José Leonardo, sacerdote, fraile franciscano, mas tarde secularizado, capellán del ejercito, secretario de Andresito Artigas, Delegado Eclesiástico de la Provincia de Entre Ríos, Senador, y más; con una historia de vida apasionante, que dejo su marca en la historia de nuestra iglesia paranaense y también de nuestra  provincia.

Fray José Leonardo AcevedoOriundo de Villa del Rosario, provincia de Córdoba, nació el  5 de mayo de 1787, José Leonardo, hijo de Tomás Acevedo y Margarita Ceballos. Ingresó al convento franciscano de Córdoba, donde vistió el hábito de novicio el 20 de marzo de 1807 y profesó el 21 de marzo de 1808. En 1812 fue ordenado sacerdote en la ciudad de Córdoba, iniciando como cura de Villa de Mandisoví, hasta 1814.

En los pagos de Mandisoví

Es que en Mandisoví, en 1813, se produjo una rebelión impulsada por el artiguista Domingo Manduré y el cura del lugar,  Fray José Leonardo Acevedo se puso en contra del alcalde de Mandisoví, el capitán Pablo Areguati.  Con los inicios de 1814, Artigas manda al comandante Fernando Otorgués a la zona de Mercedes para reclutar voluntarios. Artigas deja el sitio de Montevideo, y con tres mil hombres se desplaza para frenar la inminente intervención de las tropas del directorio porteño.  El director Gervasio Antonio de Posadas lo declara enemigo por abandonar el frente de la lucha por la independencia. Ante ello, Artigas lanza la guerra al “directorio porteño”.    Esto solo a manera de ubicarnos en el tiempo histórico y ver cómo se va tejiendo esta trama, y que después lo vamos a encontrar con este comandante Ortogués en la prisión y fortaleza de Santa Cruz.

Allí estuvo destinado dos años, hasta que por razones de orden familiar; solicita ser trasladado a Gualeguay, lugar donde abraza la causa de Artigas, no siendo el único franciscano, ya que fueron varios los que vinieron.  Su viaje se debió al propósito de conseguir que su señor padre que vivía en el pueblo de Gualeguay, se reintegrara al hogar domestico del que estaba ausente desde hacia tiempo.

Una cuestión de soberanía popular

Un trabajo sobre la vida de otro fraile secretario de Artigas, el padre Monterroso; cuenta que es lo que se vivía en la Universidad de Córdoba y el clima que allí predominaba cuando el fraile decidió acompañar a Artigas. Y que se puede también aplicar a nuestro Padre Acevedo. Dice que en dicha Universidad, se enseñaban las tesis del ilustre jesuita Francisco Suárez sobre la soberanía popular. Este maestro sostenía que, si bien la autoridad tiene origen divino, ella radica en el pueblo y es traspasada por este al gobernante.

En los famosos Cabildos Abiertos, antiguos y sabios profesores de la Universidad de Córdoba respaldarán con su conducta a Artigas. Será el rector del Colegio franciscano de Montserrat quien, por disposición del Cabildo de la Ciudad, entregará al Prócer la espada, al nombrarlo “Protector de los Pueblos Libres”.

El capellán militar

Pero siguiendo con nuestra historia, Fray José al poco de llegar a Gualeguay, se ve comprometido por azar del destino, en las contiendas políticas que tenían por teatro a la población. Impulsado por su espíritu combativo, que lo llevaba a exaltarse en la defensa de sus convicciones, se incorporó a las filas federales y en su carácter de sacerdote,  sirvió como Capellán en el ejército entrerriano que seguía la inspiración de Ramirez y Artigas.  Tiempo después aparece formando en las tropas de Andresito Guacararí conocido como Andresito Artigas, siendo además secretario y hasta jefe militar.

Cuando Andresito emprendió la campaña contra los paraguayos que invadían las misiones, él lo acompaño. Dotado nuestro fraile de un espíritu tan bondadoso como valiente, de clara inteligencia y preparación superior al  medio social en que actuaba, era lógica la influencia de que gozaba ante el jefe misionero y las tropas.

Dice el historiador Francisco Bauzá ”que conmovía la fiebre patriótica de los indígenas, asegurándole que era sacrificio digno de la recompensa divina, pelear por la patria y morir por la libertad”.

Al despuntar septiembre de 1815, llegaba Andresito y el Padre Acevedo al pueblo de San Carlos, donde el primero cayó enfermo. No obstante  intimó al Comandante José Isasi que con 300 hombres guarnecía la Candelaria.

El ejercito con 250 hombres al mando del Capital Manuel Miño y asociado al Padre debía dirigirlo y disponer lo que se hiciera. Como el paraguayo quiso ganara tiempo y el Padre reunió entonces a los oficiales y acordó el ataque el 12 de septiembre.  Después de tres horas de fuego tomaron la Candelaria quedando en su poder dos cañones, 104 fusiles y muchas lanzas, siguieron después Santa Ana, Loreto, San Ignacio Mini y Corpus con lo cual Andresito recupero las misiones paranaenses.

Después vino el enfrentamiento con los portugueses que destruyeron  a sangre y fuego cuanto había en las misiones. Tras larga resistencia, cayeron prisioneros Andresito, Fernando Ortogués, José Antonio Berdum, Juan Antonio Lavalleja, Fray José y otros que fueron a dar con sus huesos en distintas prisiones húmedas e insalubres. Fray José estuvo en la Fortaleza de Santa Cruz.

En 1821 Francisco Borja Magariños logro interesa al embajador español, Conde de Casaflores en favor de los prisioneros. Andresito, fray José y otros doce orientales zarparon de Rio de Janeiro en el Francis y arribaron a Montevideo el 3 de julio de 1821.

Vuelve con los Franciscanos

Una vez terminada estas campañas, el Padre José solicito se le reintegrara nuevamente el hábito de franciscano, pues deseaba volver a los claustros. Concedido como fue pedido, quedo algún tiempo más  en Entre Ríos  con los cargos que le confiriera el general Mansilla en Mandisovi, el 10 de agosto de 1822 lo destina nuevamente a Mandisovi.

El curato de Mandisovi venía siendo desempeñado desde septiembre de 1822 por Fray Acevedo, hermano del comandante Militar del mismo pueblo. A sus funciones sacerdotales, sumaba las de Secretario de la comandancia del Departamento. La acumulación de cargos, en esos momentos de complicaciones políticas fue causa de incidentes, y  sumado a sus aptitudes singulares, sus adversarios lo hicieron centro de sus ataques.

En razón de esto, el Coronel Carriego solicitó la remoción de los hermanos Acevedo del gobierno de Mandisovi. El padre Acevedo se trasladó a Concepción del Uruguay y luego a Paraná  donde logro desvirtuar por completo las acusaciones con que se había pretendió comprometerlo. El gobierno dispuso entonces que se le repusiera en el cargo de cura de Mandisovi, pero fue objetado por Carriego que esto alteraría el orden que se había restablecido.  En mayo de 1824, presenta su renuncia y al año siguiente pasó a formar parte de clero secular a raíz de la ley de secularización  dictada en la provincia.

En abril de 1826 el Provisor Banegas lo nombra Cura Vicario Excusador de Gualeguay, circunscripción eclesiástica que comprendía Tala y Nogoyá, donde residió alternativamente.

Junto a Urquiza

En 1828 fue electo diputado por el departamento 3ro del 1ro Principal, pero el gobierno no lo aceptó por no ser del fuero común. Años más tarde va a poder ocupar el cargo en varias oportunidades.

Entre 1830 y 1831 los episodios revolucionarios en la provincia lo vincularon estrechamente con Urquiza.  El coronel Ricardo López Jordán, secundado entonces por el Comandante Urquiza, se subleva contra el Gobernador Barrenechea, pero en la sangrienta batalla del Clé es completamente derrotado.

Después de la reñida batalla en que hubo muchas muertes y prisioneros, fueron a parar los más comprometidos a Paysandú y Urquiza junto con un pequeño grupo de soldados huye en dirección a Rosario del Tala, pero después se encamina a Nogoyá con la mira de burlar a los vencedores y con la seguridad de salvarse de caer prisionero.

A las dos de la mañana del 14 de marzo de ese año 1831, en una noche serena y estrellada, dice un artículo de del Deán Juan J. Álvarez; ”se introdujo en Nogoyá con un asistente llamado Lucas Vera… disfrazado Urquiza con chiripá y calzoncillos cribados, con poncho de hilo de algodón tejido a pala, fondo blanco, con anchas listas azules, sobrero de paja chileno y bota fuerte. Se dirigió solo a la casa del cura, se aproximo a la ventana si reja y llamó, el Padre Morel, vicario, pregunto quién era?...Soy Justo José de Urquiza, tengo urgencia de hablar con el cura Acevedo… soy uno de los derrotados en la Batalla del Clé… y vengo a su casa para que me oculte y proteja, porque me persigue una partida mandada por el Capitán Gerónimo Galarza”.

El padre José le dijo que no se preocupara, que al día siguiente se arreglaría el asunto. Mandó prepara una cama en el cuarto de su despacho. Al acomodarlo le entrego un pantalón azul con franja de oro, casaca del mismo color que se encontraron bajo la carona de la suela del recado y una valija.

El día 14, temprano mando llamar el cura a don Vicente Álvarez, hombre honorable, mayordomo de Toribio Ortiz, señor de gran prestigio y amigo del gobernador de Santa Fe,  Estanislao Lopez. A él encargo que lleve a la Capital, dos cartas, una al gobernador Delegado José Ignacio Vera y otra para su patrón don Toribio Ortiz.

Por la copia de la primera carta sabemos que le pedía conseguir un indulto al Gobernador  Lopez para “este comandante que ha venido derrotado y lo tengo oculto en mi casa. Hágale comprender que interesa mucho a su ulterior política, contar con este Gefe, joven, resuelto y de esperanzas”.   Conseguido el indulto, se envía la ordena al Sargento Mayor Rodriguez  quien encomendó al Capitán Antonio Rodriguez que trajera a Urquiza custodiado hasta Santa Fe. De camino pararon en Paraná en la fábrica de ladrillos del  capitán Antonio (alias Antoñito) que allí mandaba una guardia de vigilancia. En el puerto de Bajada Grande, un lanchón del patrón Murguía esperaba para llevar al comandante Urquiza y asistentes.

En Santa Fe, fue recibido por el gobernador, quien lo dejo en libertad y le pidió se dirigiera a Paraná hasta que él le indicara la oportunidad para aceptar sus servicios. El secretario privado de Lopez, el doctor Morcillo, lo hospedó en su casa.

A  raíz de estos hechos nació entre el Padre José y el Comandante,  una intima amistad que influenció la vida de ambos.

En actividades políticas

En 1841 al crearse la parroquia de Nogoyá es nombrado cura vicario interino y en este momento Urquiza lo propone como sucesor del Dr. Álvarez en la Delegación eclesiástica de la Provincia. Además fue honrado con el titulo de Canónigo Honorario de la Catedral de Buenos Aires y después presidente del congreso.

En 1849 Mons. Medrano, le encomendó hacer la Santa Visita a todas las parroquias de Entre Ríos.

En 1854 fue elegido Senador Nacional por la capital y el territorio federalizado de Entre Ríos.  En estos años también, precisamente 1855 fue elegido como candidato a Obispo de la Diócesis del Litoral. Las tramitaciones se demoraron bastante y recién  a fines de 1857 Pio IX envío a su Delegado Eclesiástico Mons. Marini, que fue reconocido por el gobierno en febrero de 1858. Allí se empieza a concretar el que sería nuestro Obispado del Litoral. Presidente Provisional del Senado de la Nación Argentina entre 1855 y 1856.

El llamado a la Casa del Padre

El padre José había enfermado gravemente en diciembre de 1857 de un ataque apoplético. El mal siguió minando su organismo y los sufrimientos se extendieron por dos meses. Falleció el 18 de febrero de 1858. Se hicieron los funerales que correspondían a su clase y fue sepultado a la entrada de la iglesia matriz.

Al lamentar su muerte escribía el Vicepresidente Salvador del Carrillo a Urquiza:”hemos perdido un prelado venerable, un patriota decidido, un senador de Entre Ríos, un consecuente amigo”…

El General Urquiza le dedico más tarde una piedra sepulcral de mármol con la siguiente inscripción “aquí descansan los restos del muy Ilte. Sr. Presbo. D. José L. Asevedo- cura Párroco que fue 33 años de la ciudad de Nogoyá- Delegado Eclesiástico – de esta Matriz del Paraná- Senador al congreso Legislativo Federal por esta Provincia de Entre Ríos y Primer electo para Obispo de esta nueva Diócesis Paranaense. Falleció a los 73 años de edad el 18 de febrero de 1858”.

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